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Llegó la hora (II)

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luis alberto lacalle herrera
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Con el mismo título nos ocupamos de la elección celebrada en octubre, procurando señalar las características de la misma, a partir de la reforma electoral de 1996. Vamos hoy pues a lo que nos espera el 24 del corriente.

Pasando al criollo lo que el constituyente nos dice a partir del referido cambio tan sustancial, coloquialmente y dirigiéndose a los partidos políticos, sintéticamente: “Miren, ustedes se presentarán en octubre con sus lemas, distintivos, divisas y colores para elegir Presidente y Senadores y Diputados. Para la primera opción, si alguno logra la mayoría absoluta, queda terminado el proceso y ya tendremos Poder Ejecutivo y Legislativo electos definitivamente. Si ninguno de los candidatos a Presidente llega a esa mayoría, corresponde convocar a quienes en ese aspecto hayan logrado la primera y segunda mayorías relativas, a definir el pleito treinta días después. Las Cámaras quedarán ya electas”.

La finalidad de este sistema, conocido como “ballottage”, de origen constitucional francés, establecido en ese país desde 1958, es que el primer mandatario sostenga su legitimidad en una mayoría absoluta de votantes y pueda exhibir un mandato sólido. Al respecto recordábamos que en 1984, 1989 y 1994 ninguno de los presidentes electos obtuvieron, en forma directa, haciendo abstracción de la acumulación por lema más de un 20% de apoyo popular. Es decir que el Dr. Sanguinetti y el suscrito llegaron a ser titulares del Poder Ejecutivo, representando a todo el país pero contando con el apoyo específico y directo de solo uno de cada cinco votantes. Ello implicaba que, después de la elección, la base de apoyo del más alto funcionario fuera muy débil por más que absolutamente legal.

En los hechos se produjeron tres hipótesis. En 1999, estrenando el sistema, quedaron para la segunda etapa las candidaturas del Dr. Vázquez primera mayoría relativa y el Dr. Batlle en segundo lugar. Este último, inmediatamente, inició contactos con el Partido Nacional, entonces bajo nuestra presidencia.

Se acordó un plan político y de gobierno que nos autorizó a recorrer todo el país pidiendo el voto para ¡un Batlle! Lo hicimos en la certeza de que, con todo respeto por nuestro amigo el Dr. Vázquez, su contrincante reunía más condiciones para ejercer el cargo presidencial. El resultado de la primera vuelta cambió, los votantes compartieron nuestro criterio.

La segunda elección ba-jo el nuevo sistema dio otro de los resultados posibles que fue de mayoría absoluta en primera vuelta, llevando a Vázquez a la presidencia. Las siguientes dos elecciones comparten el resultado de no obtener mayoría en la primera convocatoria, pero de una segunda confirmatoria de la preferencia de octubre 27.

El panorama de este noviembre nos ofrece dos alternativas bien distintas en la base programática, en el estilo y en la estrategia. Las propuestas del candidato del gobierno nacen con un lastre, fácilmente comprensible. Si el Ing. Martínez ha integrado el corazón de los tres gobiernos del FA ¿por qué no se han llevado a cabo sus propuestas en quince años, siendo, como se proclama, tan buenas?

Tampoco ha acertado el oficialista en el estilo, aunque ha probado varios. El destrato a los adversarios, los calificativos tan gruesos como carentes de fundamento, la demonización del que piensa distinto, siendo características de la mayoría radical frenteamplista, no se disimularon sino que se exhibieron a plena luz. Finalmente la estrategia de cortar puentes con todo el que no fuera “de la casa”, deja inerme al pretendiente para el segundo round.

El titular de la otra opción que tenemos por delante, por el contrario, hace dos años que lleva cumplido un programa de acción sereno, serio y estratégicamente correcto. Miró un poco más allá de lo cotidiano y sentó bases para un entendimiento nacional, de amplio espectro que es la llave del éxito en la instancia en que no se elige por partido, tradición o color. Se elige a quien tenga vocación nacional, patriótica y unificadora de la sociedad, más allá de sus firmes creencias partidarias. En base a ello ofrece certeza en el rumbo, respaldo mayoritario en el parlamento, metas claras y posibles.

En síntesis, el gobierno que el país necesita después de quince años de despilfarro, ilegalidad, amiguismo con dictadores y prácticas condenables.

Por ello el 24, Luis Lacalle Pou.

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