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Cuidar la comunidad

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LUIS ALBERTO LACALLE
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Dentro de doce días todos estaremos pendientes de lo que pase en Rusia. “Bolsos”, “manyas”, “bohemios”, “picapiedras”, “tuertos” y demás tribus futboleras dejaremos de lado nuestras discusiones y nuestras pasiones para hinchar por la celeste. 

Cuatrienal milagro positivo que, para que se concrete, implica una serie de cambios en nuestra cultura que efectivamente se producen, que son comprobables, palpables.

Aceptamos, respecto de los seleccionados, que hay que sacrificarse para poder estar en forma. Pasar por dietas, gimnasias, madrugones y privaciones porque el rendimiento físico no se compra en la botica, hay que lograrlo dominando el cuerpo con la mente. Somos en ello exigentes. También reclamamos de los dirigidos por el Maestro consciencia de grupo, estrategias comunes para lograr el bien del equipo. Respetamos la valentía, el “meter pa’ delante”, no esquivándole el bulto a las jugadas de riesgo. Ante el natural cansancio nos gusta un esfuerzo más, con los pulmones saliendo por la boca y el pulso martilleando las sienes.

En fin, ¿quién de nosotros no ha sentido así? Por el bien común, por lograr lo que todos deseamos, cuidamos y queremos que se cuide el equipo, una comunidad de esfuerzos que llega mucho más allá del campo de juego pues abarca todo un país.

Pasado el episodio futbolístico, apagados su ecos y retomada la vida cotidiana, se comenzará a encarar el proceso de elegir gobierno. Parece un poco prematuro que el próximo agosto se inicie un camino que demorará dieciséis meses, pero así son las costumbres caseras. Entre junio y noviembre de 2019 se producirán los acontecimientos más trascendentes de nuestra vida social, se dará legitimidad a las autoridades legales, las que podrán influenciar para bien o para mal nuestras vidas.

La comunidad nacional, en el momento más alto y delicado del ejercicio de sus derechos, hablará en las urnas. También a esa comunidad la tenemos que cuidar, también respecto de sus principales actores tenemos que ser tan exigentes como lo somos con los celestes. Con una diferencia, en la comunidad política somos todos “jugadores”. Si a los once de Rusia les exigimos, también a nosotros mismos lo debemos hacer. Candidatos y votantes, políticos y sindicalistas, prensa tradicional y redes sociales, ¡a ustedes les hablamos!

La elección no trata de otra cosa que de autorizar a ciertos ciudadanos en vez de a otros a conducir el país. Pensamos distinto efectivamente y lo podemos expresar con libertad. Pero, ¡atención!, no confundir la competencia con descalificación, agravio o calumnia. Las redes sociales son buenas para difundir propuestas, compararlas, pero no para cobardemente insultar y mentir. Las tribunas políticas no están para azuzar odios, el peligroso “nosotros” y “ellos” que marca una grieta.

Lamentablemente es común que se ahonden las separaciones para sacar rédito electoral. ¿Resiste nuestro país, tan amenazado por problemas reales el echar leña al fuego en cuanto a pobres y ricos, vecinos de uno u otro barrio, trabajadores y empleadores? Estamos sitiados por el delito, ahogados por impuestos, preocupados por la calidad de la educación pública, inquietos por nuestro lugar en el mundo comercial, agotados por el combustible caro. ¿No alcanza con esto para temas de campaña? ¿Se atreverá alguien a faltar el respeto a los que vivimos estas circunstancias, agregando y agrandando heridas? Quien lo haga deberá ser marcado por inconsciente, por frívolo, por atentar contra la comunidad.

No quiere todo esto decir que las campañas electorales se conviertan en juegos florales. La pasión siempre estará presente, el calor de la lucha es parte del sistema. Al igual que en la cancha hay que poner lo que hace falta pero con atención a la amarilla o a la roja. Las tarjetas de sanción las deben esgrimir los ciudadanos quienes, ante el primero que se salga de madre, deben de reclamar la penalización pública. No votar a quienes quieran despedazar para primar, enardecer para lograr una victoria que será pequeña y parcial si deja al país partido en dos.

Todos hacia el campeonato. Esa es la consigna a partir del viernes 15. Somos la comunidad celeste que vibra y pena junta. Todos hacia un 2019 que nos acerque propuestas realizables, planes concretos, soluciones para nuestros interrogantes. Para todos porque somos una comunidad y queremos seguirlo siendo. Por todos porque lo que es bueno para la sociedad a todos nos beneficia. ¡Comunidad celeste, este año... y el que viene!

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