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El juicio de los aviadores

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Luciano Álvarez
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Mirtha Guianze es una persona relevante entre la élite. No solo es Presidenta de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, sino que debe llenar más de una pared y varios estantes en reconocimiento por sus aportes humanitarios.

Claro está, todos provenientes de las élites de izquierda. Y ese es el eje: el poco amor por los derechos humanos —paradójicamente— que no coincidan con las sólidas convicciones ideológicas de esa élite, reforzada y cerrada. Sus últimas declaraciones sobre derechos humanos en Cuba y Venezuela me trajeron a la memoria una historia de juristas y un dilema que me gustaría plantearle a la señora Guianze.

El 4 de enero de 1959, Fidel Castro, en su recorrido triunfal de Santiago de Cuba a La Habana, citó a los pilotos de la Fuerza Aérea Cubana en la provincia de Camagüey advirtiéndoles que no tendrían ningún problema con la "justicia revolucionaria"; es más, ofreciéndoles su integración en la compañía aérea Cubana de Aviación. El verbo de Fidel siempre mantuvo dos rasgos: la verborragia y la violación a la palabra comprometida.

Entre el 13 de febrero y el 2 de marzo de 1959 en Santiago de Cuba, cuarenta y tres pilotos fueron juzgados: la figura delictiva fue la de genocidio, ni más ni menos.

Fidel se ocupó de nombrar una Corte Militar de su entorno: la presidía Félix Lugerio Peña, comandante de la Columna 18 del Segundo Frente Frank País y abogado. Le acompañaban el Comandante (Piloto) Antonio Michel Yabor, y el Tte. Adalberto Paruas Toll abogado y juez, jefe legal de la columna de Raúl Castro.

Félix Lugerio Peña, de 28 años, se había iniciado tempranamente en la revolución, mucho antes de que Castro subiera a la sierra; militante de la Juventud Católica y Revolucionario de Acción. Íntimo amigo del célebre revolucionario Frank País. En marzo de 1956, subió a la Sierra Maestra con el grado de teniente como parte del primer refuerzo importante en hombres y armas que recibió el Ejército Rebelde desde Santiago de Cuba. Fue luego fundador del II Frente Oriental Frank País, donde alcanzó el grado de comandante sirviendo bajo el mando de Raúl Castro.

Antonio Michel Yabor, era oficial piloto, graduado de la Escuela de Aviación del Ejército de Cuba y Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Rebelde.

Adalberto Paruas Toll era Primer Teniente Auditor de la Columna 17 "Abel Santamaría" del Segundo Frente Oriental Frank País. Tenía ya experiencia en integrar tribunales revolucionarios y fama de duro, que a todas luces se situaba en el tribunal para "cortar rabos y orejas" como dijera Yabor, en expresión taurina.

Desde el principio el juicio sufrió de irregularidades que conspiraban contra los acusados, principalmente el hecho de que Antonio Cejas Sánchez, 1er. Teniente Auditor y abogado, reunía dos funciones; fiscal y sumariante. Además dio el tono al comienzo del juicio al anunciar con bombos y platillos, que iba a enseñar cómo fusilar a los "pilotos de Batista", superando el juicio de Núremberg.

Los abogados defensores impugnaron al fiscal: el código de enjuiciamiento criminal del gobierno revolucionario prohibía que la misma persona fuera fiscal y oficial investigador a la vez, por lo cual pidieron su cesación como fiscal. Para peor su conducta había sido indebida desde el inicio cuando, abusando de su condición de oficial investigador, a los abogados de la defensa solo les había permitido estudiar el sumario por tres horas, el día anterior del inicio del juicio. El tribunal aceptó en parte la impugnación y expresó que se velaría por que se presenten también todas las pruebas que la defensa estime oportunas.

Así transcurrió el juicio hasta que el 2 de marzo de 1959 estalló la bomba. Félix Lugerio Peña, como presidente, leyó el veredicto:

"Considerando que este Tribunal, consciente de la responsabilidad que asume ante la Revolución, ante el pueblo y ante la historia, por convencido de la nobleza de su proceder, e inspirado por los postulados democráticos, que de honestidad, amor, equidad y justicia, han inspirado este movimiento revolucionario, ejemplo digno para todos los pueblos de América y del mundo. Fallamos que debemos absolver y absolvemos a todos y cada uno de los acusados en este proceso, disponiendo al propio tiempo la libertad de los mismos."

El Dr. Ricardo R. Sardiñas, asesor de Fidel en aquellos días, relata que Fidel reaccionó ante este veredicto diciendo: "A mí no me obliga ley alguna, aquí no hay más justicia que la justicia revolucionaria; aquí no hay más Constitución que la voluntad de la Revolución, yo soy primero Jefe de la Revolución, que Primer Ministro."

Esa misma noche Fidel Castro, mediante la radio y la televisión, anuló el fallo y nombró un nuevo Tribunal. Lo presidiría el comandante Manuel Piñeiro Losada, Barbarroja, que luego sería responsable de la construcción de los aparatos de seguridad cubanos y de la coordinación de los grupos revolucionarios en América Latina. Un señor que años después sostendría que el problema de las drogas es un problema de Estados Unidos, y que si el narcotráfico le causa daño y consigue dinero para la revolución, bien está. Con él no había lugar a error y el propio Fidel redactó la sentencia: 30 años de prisión para todos.

Félix Lugerio Pena y Adalberto Paruas Toll comisionaron a Antonio Michel Yabor para que se entrevistara con el Presidente de la República, Manuel Urrutia, ante quien presentaron formalmente sus renuncias.

El 15 de abril, Félix Lugerio Pena apareció muerto con un balazo en el pecho. Suicidio fue el veredicto oficial. El Comandante Michel Yabor, curándose en salud, tomó el camino del exilio, luego de hacer pública una carta a Fidel:

"Hoy, después de ocho años dedicado a luchar fervorosamente por mi patria, tras haber compartido dos años de prisión contigo, luego de múltiples vicisitudes y riesgos que culminaron con la hermosa lucha de la Sierra Maestra, me veo compelido a renunciar a mi puesto en la Fuerza Aérea Revolucionaria y a tomar, una vez más, el triste camino del exilio. Sé que los grupos que ahora medran y prosperan a tu lado y que cuentan con tu decidido apoyo pondrán en juego su eficiente maquinaria de difamación para presentarme como un traidor."

Adalberto Paruas Toll también tomaría el camino del exilio.

No voy a prejuzgar, simplemente le pregunto, Dra. Guianze, a conciencia, ¿en cuál de los dos tribunales se vería Ud.?

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