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Liderazgo y esperanza

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Decía Napoleón que un líder es un traficante de esperanzas. Historiadores notorios creían que nadie podía ser un buen líder si primero no había aprendido a obedecer.
De acuerdo a algunas opiniones, la principal razón por la que la historia está plagada de demagogos es la pereza y debilidad de las masas en pensar y controvertir ideas. La masa parece disfrutar de un líder firme, un guía. Piensan que con una voluntad de hierro los protegerá del colapso del orden social, moral y económico, cuya época esplendorosa existió en el pasado.
Sucede con el Presidente Mujica, líder sin discusión: el ascendiente sobre parte de la población (decisivo para la buena votación del FA en octubre pasado), adquiere hasta sentido de mística; compenetrado de su masa, de su gente, la mueve a piacere; cuando su prestigio no admite obstáculos, la masa y sus actitudes derivan hacia rumbos de adhesión ciega, fervorosa y pasional.
Hay como una imagen omnipotente, que todo lo puede, todo lo dice sin ningú

Decía Napoleón que un líder es un traficante de esperanzas. Historiadores notorios creían que nadie podía ser un buen líder si primero no había aprendido a obedecer.
De acuerdo a algunas opiniones, la principal razón por la que la historia está plagada de demagogos es la pereza y debilidad de las masas en pensar y controvertir ideas. La masa parece disfrutar de un líder firme, un guía. Piensan que con una voluntad de hierro los protegerá del colapso del orden social, moral y económico, cuya época esplendorosa existió en el pasado.
Sucede con el Presidente Mujica, líder sin discusión: el ascendiente sobre parte de la población (decisivo para la buena votación del FA en octubre pasado), adquiere hasta sentido de mística; compenetrado de su masa, de su gente, la mueve a piacere; cuando su prestigio no admite obstáculos, la masa y sus actitudes derivan hacia rumbos de adhesión ciega, fervorosa y pasional.
Hay como una imagen omnipotente, que todo lo puede, todo lo dice sin ningún sentido de la humildad.
Precisamente como líder y Presidente sería impensable que denoste a sus adversarios con epítetos lesivos como lo hizo, inimaginable que erosione la Constitución de la República, como así sucedió. Mujica promulgó la ley que sancionó el parlamento con votos del FA, ignorando dos plebiscitos que dejaban vigente la ley de caducidad.
La Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional la referida ley. Fernández Huidobro dijo que el FA se había pasado dos plebiscitos “por las partes”. La grosera admisión de Venezuela en el Mercosur, obviando al Paraguay con el argumento de que lo político está encima de lo jurídico, exime de mayores comentarios. También protagonista Mujica. Y sus apariciones diarias “metiendo cuchara” en el comicio electoral, sabedor de que lo tiene prohibido, tampoco necesita mayor abundamiento. Pero Mujica goza de prestigio, aquí y extra muros y hasta en un film lo quieren perpetuar. También lo tiene Vázquez.
De ser electo Presidente de la República, espero que su liderazgo imponga hacer de la seguridad un objetivo impostergable de su gobierno.
¿Sabe el galeno candidato que caminamos por la calle con cautela, que no dejamos en lo posible nuestro hogar solo, que desconfiamos de nuestro prójimo, que atosigamos a nuestros hijos con múltiples consejos ante sus salidas de esparcimiento o laborales, que no dejamos salir solos a nuestros mayores y esto es para ricos y pobres, sin distingo social alguno? Todo lo narrado en definitiva es tener constreñida la libertad. Ratificado Bonomi en el cargo, de ganar Vázquez, debería enmendarle la plana y llamarlo a que haga un acto de contrición.
No puede el ministro del Interior ser irresponsable en sus dichos. Los gobernantes tienen que ser críticos. No pueden convertirse en “hinchas” de su partido porque sino pierden la óptica, lo racional pasa a un plano secundario, el sentido común queda marchito, cayendo en un verdadero desatino.
El liderazgo de Vázquez no podrá ignorar la educación y la ley que él promulgó en su mandato. No disfrazar la realidad es la mejor manera de introducir el bisturí en el lugar correcto y cambiar lo que viene sucediendo. Deberá soportar el embate del corporativismo que tendrá que ser llamado a un sosiego responsable.
El liderazgo de Vázquez si accede a la presidencia, deberá apuntalar a Astori (social demócrata) en su política económica que difiere de la mayoría parlamentaria frentista. Luce jocoso; el mega grupo creado (MPP, Sendic, comunistas), no lo quiere a Astori dirigiendo la economía, pero cuando Vázquez lo nombra (siempre es el primero), nadie disiente, sabedores de que lo necesitan para ganar la elección.
Lo necesitan y lo quieren, aunque no lo dirán. Gritan en la pulpería y callan en la comisaría. Eso se llama hipocresía. Es mucho más honesto intelectualmente, el excandidato Abella y su Unidad Popular.
Finalmente; se toma como verdad de Perogrullo que la esperanza es esencial para la vida. ¿Cómo sería no tener esperanza, creer que las cosas solo pueden empeorar, esperar el fracaso y anticipar la derrota? Abrigo la esperanza de que vivamos en un país donde el estado de Derecho y sus sustento, la Constitución de la República, guíe el pensamiento y la acción de nuestros gobernantes, sin fisuras de ninguna índole.
Abrigo la esperanza que Vázquez o Lacalle Pou, no padezcan el síndrome de hubris, tan de moda entre tantos mandatarios que se creen omnipotentes. Posan de infalibles, vociferan que son la verdad revelada y se olvidan que están cumpliendo un mandato a término, que es circunstancial, efímero y con la obligación de rendir cuentas. Anibal 

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Anibal Durán

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