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La vuelta de la Vuelta

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La Semana de Turismo nos da un asueto mundialmente incomparable.Su nombre surge entre las festividades sin santoral instauradas cuando la Constitución de 1918 separó la Iglesia y el Estado.

La Semana de Turismo nos da un asueto mundialmente incomparable.Su nombre surge entre las festividades sin santoral instauradas cuando la Constitución de 1918 separó la Iglesia y el Estado.

Pero por muy laica que sea, y por mucho que la ley de 1919 fije a Turismo simplemente como “la sexta semana después de Carnaval”, lo real es que esa base de las carnestolendas cambia todos los años obedeciendo las reglas católico-romanas, fruto de los estudios del monje Dionisio el Exiguo, quien, viviendo en Roma a partir del año 525, supo unificar el cálculo occidental de la Pascua cristiana, inserto desde 1582 en las regularidades astronómicas del calendario gregoriano.

Y la Semana que nos resultó ¡es realmente de Turismo! A los muchos que se van, los llama a recorrer cientos de kilómetros por calles y caminos de la patria. Y a los que se quedan en casa, desde la radio los lanza tierra adentro a punta de imaginación, espoleada por los jinetes y las campanas desde los ruedos de las Criollas o exaltada por los acordes pegadizos de la marcha de la Vuelta Ciclista, originada en una ignota canción estudiantil estadounidense, Betty Co-Ed.

Le descubrió ritmo de pedaleo, el pianista y compositor Walter Alfaro, a quien uno conoció como gran director musical de El Espectador, hombre culto con alma popular, como era el uruguayo de los años 50.

Víctor Soliño, autor tanguero y libretista de Los Atenienses, le imprimió una letra que no se entiende del todo en la grabación, pero que ha contagiado alma a lo largo de dos tercios de siglo: como ocurre con los grandes coros de ópera, se le intuye un mensaje que sobrepasa la comprensión de las palabras. Es que en suprema sencillez, ¡vaya si lo tiene! “Desde un extremo al otro de la patria, el pueblo vibra en un clamor triunfal, al desfilar la airosa caravana que forman los campeones del pedal. Una canción de acento jubiloso que habla de frente con ardor y rectitud, hasta la gloria del mejor y claro ideal… que premia el corazón de la juventud”.

Esos versos en la radio no eran ingenuidad: eran grandeza. Brotaban de un Uruguay moral que reverenciaba a José Enrique Rodó, leía a José Ingenieros y escuchaba a Carlos Vaz Ferreira. Afirmar el valor de ese compendio no es añorar: es parir con terquedad la mejor esperanza. Porque en estas horas hace falta enderezar hacia lo más alto, con modelos que sean un “¡Levántate y anda!”, en vez de sumarse anestesiado a audiencias juveniles torpemente cautivadas por palabrotas, chismes cholulos y depravaciones.

Con Turismo vuelve la Vuelta, que este año -tras varias mudanzas desde la primitiva Radio Sport- surcará los aires en las ondas de Radio Imparcial -la 28, se decía antes, 1090 AM se identifica hoy. Es casa con genes culturales nada menos que de José H. Figueira, pedagogo superior, que en sus libros buscó sembrar espíritu literario y filosófico a los chicos en la escuela; y que construyó modelos nacionales que no debieron olvidarse ni merecieron pasarse por alto, pues encaran la formación de cada conciencia como aventura personal del sentimiento y el pensamiento, dando pautas para el mejor aprovechamiento de sí mismo. Cuando atruene la marcha de la Vuelta en los cuatro puntos cardinales, reviviremos la alegría de lo compartido por encima de los tiempos.Y sentiremos náuseas por cruzar hoy el sueño límpido que para todos simbolizó la Vuelta, con el Uruguay de la marihuana y la desvergüenza.

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Leonardo Guzmán

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