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Tiempos nuevos

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Leonardo Guzmán
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El Presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, se declaró "absolutamente convencido" de estar "defendiendo el mejor proyecto político que tiene este país para que su gente viva cada vez mejor".

Es lógico. ¡Bueno fuera que ejerciese el cargo sin creer en sus propias finalidades!

Eso sí: ningún "proyecto político" puede pasar por encima de los hechos, ni puede paralizar el juzgamiento ciudadano. Solo la medición activa y constante de los resultados con los valores de la Constitución garantiza que la convicción personal del gobernante o del militante se mantenga sana y alerta, evitando que se convierta en un reducto amurallado, donde las buenas intenciones anestesian la crítica hasta justificar cualquier zafarrancho. Ha ocurrido hace tiempo y hace poco, aquí en el barrio…

Sigue teniendo razón el inolvidable Enrique Mena Segarra: "La mejor manera de no comprender una realidad es filtrarla a través de una ideología intransigente, que da respuesta a todo. Cuando la teoría contradice los hechos, peor para los hechos. Es la típica postura ideologizada". En rigor es el viejo chiste —"No me vengan con hechos, que ya tengo mi opinión formada"—que aplicado a cosas serias produce dramas y tragedias en el pensamiento y en la acción.

Véase. El mismo "proyecto político" hace más de 25 años que maneja Montevideo y más de un octavo de siglo que gobierna al país. La ciudad ha institucionalizado la basura, el déficit y la caza furtiva de multas. La calidad del país ha caído en seguridad, educación, salud, inversión nacional y endeudamiento con el extranjero. Mientras se reproduce la miseria sin esperanza, las oficinas y las empresas del Estado —Poder Judicial, BROU…— están bandeadas de apremios sindicales que engalanan sus fachadas con profusa cartelería. La convivencia toda se ha enrarecido porque el gobierno le llama "izquierda" a estimular la rivalidad y el divisionismo, mientras muestra la más supina indiferencia —cuando no un menosprecio olímpico— ante las exigencias y los límites de la Constitución, única salvaguarda de los derechos humanos que dice defender.

Un ejemplo lamentable de esa actitud lo provee precisamente el lugar y el modo con que el Presidente fue a renovar su fe en las convicciones que lo mantienen a distancia de los resultados prácticos, palpables en las veredas que no transita.

Se dejó caer en un comité de base del Parque Rodó y proclamó: "Estoy completamente seguro que el último domingo de octubre de 2019 estaré diciendo Cuando empiece a amanecer y a aclarar el horizonte y se empiece a divisar el negro perfil del monte, festejen frenteamplistas, festejen".

El numeral 5º del art. 77 de la Constitución establece: "El Presidente de la República y los miembros de la Corte Electoral no podrán formar parte de comisiones o clubes políticos, ni actuar en los organismos directivos de los partidos, ni intervenir en ninguna forma en la propaganda política de carácter electoral".

Pues bien. Visitar un comité de base para recitar con los militantes un estribillo electorero y triunfalista, ¿no es acaso "intervenir en la propaganda política de carácter electoral"?

Preguntarlo es responderlo. Y por eso, la única seguridad de que desde 2018 sobrevengan años felices depende de que todos, incluso sus votantes, condenen este mal paso del Dr. Vázquez, calidad Mujica.

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