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La mitad más muchos

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leonardo guzmán
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Última nota previa al 27 de octubre. Podría consagrarla a defender los fundamentos doctrinarios por los que acompaño a Talvi en la lista batllista del Dr. Sanguinetti. Ganas y razones no me faltan.

Pero en 9 días estaremos en una elección crucial.

Venimos de aberrantes violaciones a los derechos humanos. Asesinatos diarios con Ministro del Interior inamovible. Drogadicción y narcotráfico. Fracaso en la educación. Degradación de la cultura. Caída de la persona, estancamiento económico y entrega a UPM.

Nunca fuimos a una elección con el país tan postrado. Lo siente no solo el 60% o más que, según las encuestas, no votará al Frente. Lo sufre también el militante izquierdista que trata de revalidar las ilusiones de 1971 y las promesas de 1989, sin digerir la fundición de Ancap 2015 ni el descalabro Sendic 2017.

Ante este cuadro, más que remarcar diferencias debemos alzar principios comunes. Están en la Constitución, cuyo art. 72 declara: “La enumeración de derechos, deberes y garantías hecha por la Constitución, no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno”.

Pues bien. Tanto se violaron los derechos de la persona y las reglas de la República, que hoy restablecer unos y otras es por sí un programa radical que palpita en el voto que el alma pronuncia en la mitad más muchos de nuestro cuerpo electoral.

Por eso, en estas elecciones 2019 nos va el destino. Y cada individuo debe erigirse en custodio del Derecho Público de todos, no solo de grupejos fraccionarios que se crispan y ensoberbecen.

La esperanza de un gran resurgimiento constitucional recibió en estas horas un espaldarazo mayor. El Dr. Carlos Aguirre, Juez Contencioso Administrativo de 4º Turno, acogió la Acción de Amparo del Partido Independiente y mandó retirar la propaganda electoral en que se embarcó in extremis el gobierno.

Sentencia histórica. No corta y pega precedentes: no los hay. Con fuerte apoyo teórico, sube de los hechos al Derecho. Con robustez de espíritu pregunta “para qué estaríamos los jueces si no pudiéramos controlar acciones administrativas que afecten los derechos fundamentales”.

Mieres, Sotelo y Donnangelo le hicieron a la República un servicio que no se mide por los votos sino por los principios defendidos y por el mérito de concitar un acto más de independencia judicial en tiempos en que un proceso penal deforme le rebajó el imperio a los jueces.

La derrota de Vázquez no es episódica. Germinó en las entrañas de lo que él engendró por falsa vía. Desde el 1º de marzo de 2005 exacerbó a la “Presidencia de la República” como un superórgano, cuyo sol naciente endiosó al Pato Celeste y armó racimos de dependencias sin responsabilidad ministerial.

Ese órgano no figura en la Constitución. En ella, el Presidente tiene las competencias del art. 168 únicamente “actuando con el Ministro o Ministros respectivos, o con el Consejo de Ministros”, es decir, funcionando como Poder Ejecutivo. La Constitución no instituye un órgano “Presidencia” para nada. Y menos para que, estándole vedada al Primer Mandatario toda injerencia electoral, lo use para divulgar las tesis comiciales de ministros comedidos.

Asediados por un disparatario, celebramos jubilosos que sigan surgiendo hombres libres que defiendan la Constitución. Por cierto, somos mucho más de la mitad del país. “Y juntos, valemos más que vos”.

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