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El lunes, a la baranda

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Se acaba el lunes la Feria en Juzgados y Tribunales. Volverán las barandas atiborradas en algunos y solitarias en otros.

Se acaba el lunes la Feria en Juzgados y Tribunales. Volverán las barandas atiborradas en algunos y solitarias en otros.

Más que una costumbre, las Ferias Judiciales marcan un ritmo vital. Puede modificarse su duración: la Mayor era de 30 días hasta que en 1988 la ley la extendió a 38 días, bajando la Menor de 20 a 15. Pero no es discutible la necesidad de las Ferias, no tanto para unificar el descanso como para poner pausa en la fiebre de los plazos y la tensión de los debates. Hacer balance, pasar raya y empezar de nuevo no es un invento del Derecho para el confort de Jueces y curiales: es una exigencia de la vida, madre perpetuamente joven, de cuya sabiduría es inútil empeñarse en cortar el cordón umbilical.

En este 1º de febrero, la rotación anual en la Suprema Corte no puede pasar inadvertida. El Dr. Jorge Chediak traspasará la Presidencia al Dr. Ricardo Pérez Manrique, cerrando una etapa de padecimientos institucionales que hicieron de 2015 un año aciago. Por causa de que el Poder Ejecutivo violó, contumaz, la ley que correlacionó -“enganchó”- los sueldos judiciales con los suyos propios y hasta las sentencias que le mandaron obedecerla, el Dr. Chediak debió representar a la Corporación en una de las etapas más amargas del Poder Judicial en democracia. El servicio llegó a sufrir parálisis con crespones de luto, más que por el dinero, por su independencia cercenada. La mesura de la Suprema Corte, reflejada en las actitudes de su Presidente, le conservó incólumes a la Justicia esos arrestos de dignidad que salvan a las personas y a las instituciones en las situaciones límite. Eso no se hace sin esfuerzo y sin sufrimiento: la República debe reconocérselo a todos los Ministros anteriores y actuales que defendieron la dignidad del fuero judicial.

Por secuela de que otros colocaron a la política por encima del Derecho, la Corte acaba de instalar un Comité de Crisis financiera (¡!). Aun así, esperemos que en 2016 se reconstruyan los cimientos de la Justicia. Ya crujieron demasiado. Hace falta mirar más lejos, como lo busca el Plan Estratégico 2015-2024 del Poder Judicial y, más aun, como lo exigen los valores del Derecho, que se alimenta con la cultura y queda desnutrido por su decadencia.

La suma de rincones a donde no llega la luz del Derecho nos hace sufrir la condena de Sísifo, que debía levantar una roca hasta la cima de una montaña y sufrir que rodase al valle para volver a alzarla en circuito perpetuo. Pero Sísifo, sin vista, era impotente ante el Olimpo; y el Derecho, en cambio, es potencia ante la vida y nos impone andar con los ojos abiertos, para reformular respuestas a partir de principios.

La venda en los ojos de la Justicia sirve para no fijarse en el quién es quien, pero no deroga la obligación de aguzar la mirada y de usar todos los sentidos -incluso la intuición- para desentrañar verdades y fundar fallos ajustados al caso concreto, sin resignarse a los resultados mecánicos de “el sistema” ni reducir a trámite las tragedias.

El Derecho es un gigantesco esfuerzo para introducir rigor lógico y sensatez en espontaneidades que hoy aparecen anárquicas e irreflexivas. Más aun: la cruza de anomia con crimen organizado hace que los derechos de las personas se estén atropellando en un silencio gelatinoso que siembra desánimo y descreimiento.

¡Ante semejante cuadro, la lucha por el Derecho debe librarse a uno y otro lado de las barandas que se reabrirán el lunes!

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Leonardo Guzmán

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