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Las Fiscalías

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El Fiscal Civil de 2º Turno, Dr. Daniel Gutiérrez, prestigiado por su trayectoria, fue abruptamente reducido al área de Violencia Doméstica. Por ser el más antiguo titular de una Fiscalía Civil, le incumbía reemplazar al Fiscal de Corte cuando este se hallaba impedido. Resulta impropio del respeto debido a esa carrera funcional que se haya resuelto circunscribirlo a una competencia que es ruidosa en crónica policial pero se constriñe a una patología minoritaria.

El Fiscal Civil de 2º Turno, Dr. Daniel Gutiérrez, prestigiado por su trayectoria, fue abruptamente reducido al área de Violencia Doméstica. Por ser el más antiguo titular de una Fiscalía Civil, le incumbía reemplazar al Fiscal de Corte cuando este se hallaba impedido. Resulta impropio del respeto debido a esa carrera funcional que se haya resuelto circunscribirlo a una competencia que es ruidosa en crónica policial pero se constriñe a una patología minoritaria.

Han sido múltiples los fiscales con personalidad firme y formación fuerte que resultaron encorsetados en sectores menores del Ministerio Público. Ejemplo, el Dr. Ricardo Perciballe: tras haber sido uno de los nombres que se manejó para ser Fiscal de Corte antes de que se designara al actual titular y tras desempeñarse como Fiscal Nacional en lo Penal y en lo Civil, pasó a Fiscal de Aduana.

El tema se agrava notoriamente si se tiene presente que los dos profesionales nombrados, sobre cuestiones diferentes entre sí, se han opuesto a iniciativas o tesis institucionales del actual Fiscal de Corte -nombre constitucional con el que fue investido-, hoy Fiscal General de la Nación -nombre adoptivo impuesto por una ley con sonsonete estadounidense y colombiano-, como sobre otros temas se ha opuesto el Dr. Enrique Viana Reyes, hoy apenas Fiscal de Menores.

No se trata de anécdotas personales, vividas por magistrados ante los cuales -aclaremos- no tenemos ninguna causa pendiente de su opinión. Se trata de desbordes, donde se inscriben perlas como el rezongo televisado hace cuatro meses a una señora Fiscal y el reciente castigo a otro Fiscal, dispuesto sin sumario pero glosado fuera de expediente, ante micrófonos.

En esa línea, la Fiscalía de Corte proyectó una nueva Ley Orgánica del Ministerio Público -hoy sometida al Parlamento- donde les quita a los Fiscales la condición de Magistrados (!) y se otorga a sí misma la facultad de impartirles “instrucciones generales”. Eso, sumado a otros controles, desemboca en coartar la independencia que debe garantirse a los Fiscales, llamados por el Derecho a cultivar la reflexión crítica y no la obediencia debida. Lo cual es grave.

Cundida de apremios, la escena nacional se alimenta con obsesiones en calesita: fracasos educacionales, rapiñas, Rendición de Cuentas, Venezuela en el Mercosur, inseguridad en el fútbol, inseguridad a secas. Cada tema nos acucia, todos nos apuran y día a día se nos reitera el mismo repertorio. Nos habituamos a tratar todo a título sectorial, al grito gremial, por contragolpe. Sin debates sobre grandes metas, al país le bajó la sensibilidad.

Pero estamos ante desviaciones que para patentizarse no necesitan tres años de trámite en el Contencioso.

Entonces, es hora de dejar los cuchicheos de corrillo y advertir que el Derecho declinará inexorablemente si esta clase de demasías se suceden en cascada sin que aquí pase nada. Es hora de salir resueltamente a defender los valores republicanos.

Entra en juego mucho más que el destino personal y aun que la Magistratura de los Fiscales. Subrepticiamente, nos viene crujiendo nuestra cultura jurídica, que necesi- ta meditación por cuenta propia en vez de importación de figurines.

Tenemos en riesgo nada menos que las mejores tradiciones que nos garantizan la libertad.

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Leonardo Guzmán

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