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La causa: ¡las ideas!

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Enseguida de los crímenes del sábado en Londres, la primera ministra Theresa May dijo en la histórica puerta del 10 Downing Street:

Enseguida de los crímenes del sábado en Londres, la primera ministra Theresa May dijo en la histórica puerta del 10 Downing Street:

“Es hora de decir basta. Y basta quiere decir basta. Uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo es derrotar la ideología que hay detrás de estos ataques, que son una perversión del islam. Eso no lo lograremos solo con la intervención militar. Hay que convencer a los jóvenes musulmanes de que los valores occidentales son superiores”.

Esas palabras merecen que se las atienda reflexivamente.

Es que la sucesora de Cameron tiene estremecedora razón cuando advierte que la paz no se obtendrá tanto con las armas como de la afirmación de los valores de libertad y convivencia que constituyen la gran y trabajosa conquista de la civilización occidental. En verdad, el combate contra la barbarie asesina de un ejército de suicidas que opera a traición ¡es cuestión de ideas, de formación interior y de cultura, más allá de las operaciones militares!

¿Dónde nacen estas atrocidades?

En las cabezas. Primero ahogan los sentimientos y paralizan el pensamiento. Después generan autómatas y zombis. Finalmente en los cerebros vaciados vierten un fanatismo capaz de llevar a los sujetos a inmolarse para morir contentos con tal de asesinar enemigos.

Estos horribles episodios prueban cuán equivocados están quienes usan las herramientas de la democracia para encaramarse en el poder adulando pasiones, sirviendo intereses sectoriales y usando la marca registrada de los partidos sin robustecerlos con doctrina que los constituya en escuelas ciudadanas.

En eso la historia es implacable: tarde o temprano nos vuelve a buscar la inconmovible verdad de que somos lo que pensamos y que la vida personal y colectiva no es una construcción de la lucha de clases -sin juego de palabras- sino de la clase de ideas con que nos construimos. Sí, la clase de ideas que nos inspiran, es decir, las metas que abrazamos y los caminos que buscamos para luchar por ellas.

La sangre corrida en Gran Bretaña hace seis días volvió a recordarnos que la libertad y el pacto de respeto recíproco que ella exige no son un credo sectorial sino una necesidad lógica, primaria, de la convivencia pacífica y ordenada a que debemos aspirar todos.

Nos reafirmó la certeza militante que nos inspira la libertad como sentimiento, como principio y como modo de vida, porque es el único marco en el que pueden convivir las diversas religiones y los diferentes estilos.

Y sobre todo, nos puso a la vista que los sueños de la Ilustración y los programas de formación humanista están muy lejos de haberse generalizado, porque en realidad sigue habiendo en el mundo mentalidades obtusas, medievales, y sigue habiendo guías que, con los ojos abiertos, meten el infierno en sus seguidores para instalar el infierno entre los que ellos llaman enemigos.

Contra todo eso debemos batallar como ciudadanos y como país. Sin distraernos en nada de lo esencial, porque ya sabemos -por experiencia lejana y cercana, antigua y actual- a qué clase de miserias lleva haber bajado la guardia en la defensa de los principios.

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Leonardo Guzmán

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