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165 años, hoy y mañana

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LEONARDO GUZMÁN
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Entre los dolores y las fatigas de la pandemia, luces. El martes, en Las Piedras, el Presidente de la República hizo retirar el vallado que iba a separarlo del público. “Yo acá vengo sin vallas, que esté la gente entre los gobernantes y los gobernantes entre la gente.”

Actitud republicana. No sorprende, pero nos retempla: confirma la llaneza de costumbres de nuestra democracia.

Junto con eso, un anuncio trascendental: enviará un proyecto para restituir a los feriados patrios la inamovilidad de su fecha, devolviéndoles la prestancia que les quitó su confusión con la pachanga.

Interpelada la Ministra de Economía en la Cámara de Representantes, no se envolvió en excusas ni eludió temas. Respondió de frente. Defendió la juridicidad de la exoneración al modesto proyecto de inversión del Economista Alfie, presentado meses antes de asumir la misión pública. Demostró que habría violado la ley si, configurada la causal de eximición, le hubiera negado sus derechos por haberse incorporado al gobierno.

El escudo de la Ministra Azucena Arbeleche fue la Constitución, invocada no por exigencias de un libreto sino sentida desde los tuétanos. Con ello, recuperamos una tradición de Ministros de Economía que, aun enzarzados en el álgebra macabra de los peores tiempos, probaron con hechos que eran fanáticos de la legalidad. La nómina es larga. Recientemente, Atchugarry y el propio Alfie. Antes Martins y Ferrer Serra. Hace más de medio siglo, Arroyo Torres y Berchesi. Y remontándonos a 1933, Eduardo Acevedo Álvarez, el ilustre ciudadano que cuando Terra se erigió en dictador, renunció al Ministerio y acompañó a Baltasar Brum cuando se inmoló. La institucionalidad vivida desde la persona y la economía encarada desde el Derecho integran lo más alto del patrimonio cultural de la Nación. Jornada luminosa la de anteayer.

El osado interpelante salió bien servido. Y no solo por la Ministra. También por el diputado Ope Pasquet, que tuvo la sensibilidad para considerar “gravísimo” que Civila haya dicho que “los gobernantes actúan para beneficiarse ellos mismos” y tuvo la grandeza de contestarle que “si eso fuera cierto, todos nosotros seríamos unos delincuentes”.

Más aún: evidenció que con eso “que piensa el señor diputado Civila”, “se profundiza esa grieta que todos decimos no querer, pero para cuya profundización muchos trabajan consecuentemente”. Pasquet se irguió en nombre de principios. En su actitud estuvo presente el aguijón de los Batlle, los González Conzi y los Ferreira Aldunate, que hacían del torneo parlamentario un timbre de honor para la República.

Hoy 21 de mayo se cumplen 165 años del nacimiento de José Batlle y Ordóñez. Íbamos a escribir sobre el espiritualismo con que procuró forjar una República que respetara lo individual y lo social de la persona y armonizara justicia con libertad. Son temas imperiosos, ahora que el Partido Colorado dejó de usar su apellido natural Batllismo y que unos cuantos se asoman a ver quién va a ser candidato, sin advertir que las ideas están antes y van más allá que los nombres.

Felizmente, los hechos de la semana le rindieron un homenaje mucho mayor que el de nuestras palabras, al mostrar que sigue germinando la reciedumbre de los principios republicanos que contribuyó a inculcar en el alma colectiva de nuestro pueblo, único en nuestra América, singular en el mundo entero.

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