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La UE da una señal de vida

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CLAUDIO FANTINI
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Finalmente, Europa se levanta y sale de la terapia intensiva donde la había postrado la pandemia. Desde la irrupción del coronavirus, el proceso de integración con sede en Bruselas había quedado en estado de coma. Los países que la integran parecían huérfanos, a la intemperie.

Cada uno actuando por su cuenta, como si no existiera el conjunto. A eso se sumó el cierre de fronteras internas y la salida del Reino Unido para agrandar la sensación de que la Unión Europea se descomponía. Pero al cabo de una extensa y dura negociación, la UE se puso de pie y volvió a mostrar un destino común.

Eso implica el histórico acuerdo alcanzado. Con espíritu keynesiano, se pactó una suerte de Plan Marshall para revivir las economías. Pero a diferencia de aquella inyección de dólares que sacó a Europa entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, esta ayuda no llega de ninguna potencia extra-regional, sino que el Consejo Europeo se endeudará masivamente en los mercados para inocular el antídoto que reviva las economías.

La pulseada fue entre los países más dañados, como Italia y España, y el bloque de los llamados “frugales”, Holanda, Suecia, Austria y Dinamarca, partidarios de que no haya subsidio, sino crédito, y a condición de profundas reformas que eliminen déficit y burocracias.

En el medio, como fiel de la balanza, el eficaz tándem Merkel-Macron, logrando armonizar posiciones, pero con la esencia de una excepcional ayuda económica. Sobre todo porque de los 750 mil millones de euros que se aportarán, 390 mil millones serán transferencias directas que no deberán ser devueltas, mientras que los restantes 360 mil millones serán créditos.

El subsidio por el que tanto bregaron Italia y España, le permite a Giuseppe Conte y a Pedro Sánchez regresar a Roma y Madrid fortalecidos para lidiar con sus respectivos azotes políticos. Conte acotará a Matteo Salvini y Sánchez tendrá un poco más de fuerza para contener las embestidas del Partido Popular y Vox, desde la derecha y la ultraderecha, así como también a su corrosivo aliado izquierdista: Pablo Iglesias y el partido Podemos.

El paquete de ayuda acordado es para salvar el capitalismo y la economía de mercado. Incluye pautas no aptas para populismos de izquierda y derecha.

El espíritu keynesiano juega el mismo rol que jugó el pensamiento de Keynes para enfrentar la crisis de la década del 30 y construir el muro de democracias con capitalismo y Estado de Bienestar que impidió el avance comunista.

También le pone un bozal a la rabia antidemocrática de gobiernos como los de Polonia y Hungría.

Lo que viene dirá si las partes cumplen las condiciones aceptadas. Pero la Unión Europea ha dado una clara señal de vida, después de meses languideciendo aturdida por el impacto de la pandemia.

En 1948, el salvataje económico diseñado por el secretario norteamericano de Estado George Marshall, además de incluir fórmulas que atenuaban las fronteras internas haciendo vislumbrar el sendero hacia la integración, permitió la reconstrucción económica que avanzó hacia la prosperidad con democracia y Estado de Bienestar, cerrando el paso tanto al resurgir de los fanatismos fascista y nazi, como al avance del comunismo soviético.

En esta ocasión no hay comunismo que avance desde el Este. No obstante, hay populismos ultranacionalistas que, con la economía paralizada, pueden acelerar su trabajo desintegrador. Pero después de largos meses en estado de coma, la Unión Europea dio una señal de vida.

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