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La cosa se complicó

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La comparecencia del ministro Astori al Parlamento la pasada semana confirmó lo que los especialistas venían anunciando y la población advirtiendo. Se frenó un ciclo de crecimiento muy importante, y, por unos años -esperemos que sean los menos posibles- la palabra que deberá usarse será “prudencia”.

La comparecencia del ministro Astori al Parlamento la pasada semana confirmó lo que los especialistas venían anunciando y la población advirtiendo. Se frenó un ciclo de crecimiento muy importante, y, por unos años -esperemos que sean los menos posibles- la palabra que deberá usarse será “prudencia”.

Miradas las cosas en perspectiva, lo que está pasando es lo que en algún momento debía pasar. Era imposible un crecimiento económico indefinido a tasas como las registradas; una versión académica de la antiquísima imagen bíblica de las vacas flacas y las vacas gordas.

A lo largo de estos años la oposición reclamó tener cuidado, gastar menos y ahorrar para cuando las cosas estuvieran complicadas. Además de pedir medidas contracíclicas, pedíamos una regla fiscal y que el endeudamiento externo fuera el absolutamente imprescindible. En suma: ahorrar para cuando se necesitara. Nada de eso se hizo. Al contrario. Se nos trataba de aguafiestas, de tener miradas apocalípticas e ideologizadas. Recordamos la expresión del ministro Fernando Lorenzo quien, en 2010 al presentar el presupuesto a su bancada, decía que la idea de la regla fiscal era de “derecha”. En aquel tiempo la oposición decía que los factores externos eran fundamentales para el crecimiento y desde el Frente Amplio se respondía que se olvidaba todo lo bueno que se hacía desde el gobierno. Ahora, cuando las cosas se pusieron complicadas ¡la responsabilidad parece ser únicamente del mundo!

Mirando ahora para el futuro, ojalá nos equivoquemos, pero es clarísimo que todos los propósitos que el gobierno procura parecen muy difíciles de alcanzar simultáneamente. En un escenario en que se parte de una baja del producto bruto al 1,5% (el 2,5% proyectado incluye 1% correspondiente a Montes del Plata) se pretende mantener el nivel de empleo y el poder de compra del salario, bajar la inflación y reducir el 3,5% de déficit. A esto se agrega, la intención de asignar el 6% a la Educación, cumplir otras promesas electorales como el sistema de cuidados, y aumentar el gasto en varios incisos. La receta del Gobierno para alcanzar estas metas es, básicamente, aumentar las inversiones y tarifas de las empresas públicas, tomar deuda por unos 8.000 millones de dólares y apostar a la inversión privada de proyectos de infraestructura por 4.000 millones de dólares, amén de cruzar los dedos para que los precios y los mercados vuelvan a ser los de años anteriores. En referencia a la calidad del gasto no aparece nada nuevo y tampoco creo que aparezca. La fórmula es mantener todo como está.

El ministro Astori y su equipo son los mismos que manejan la economía nacional desde el 2005. Han cambiado posiciones y nombres, pero el equipo es el mismo. Por eso, es difícil aceptar que se critique y de que se hable de “herencias del gobierno anterior” cuando se diseñaron y apoyaron todas y cada una de las decisiones del presidente Mujica y del presidente Vázquez. Desde Pluna a AlasU, pasando por todos y cada uno de los proyectos y el uso del “espacio fiscal”, el Frente Amplio actuó de común acuerdo.

En todos estos años se procedió como si las cosas nunca fueran a cambiar, pero cambiaron para mal. Veremos si el gobierno está a la altura del desafío que Uruguay tiene en los próximos años.

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Gustavo Penadés

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