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La campaña del cannabis

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Pese a todo lo que se ha informado, difundido y explicado por parte del gobierno sobre la ley de regulación del cannabis, no termino de entender ni sus motivos, ni los efectivos alcances y las metas que pretende lograr esta ley. Tampoco veo claros los beneficios que traerá la regulación. No capto su necesidad en el contexto del país y no creo en absoluto que se trate de un instrumento eficaz para combatir el narcotráfico, como el presidente no cesa de argumentar.

Pese a todo lo que se ha informado, difundido y explicado por parte del gobierno sobre la ley de regulación del cannabis, no termino de entender ni sus motivos, ni los efectivos alcances y las metas que pretende lograr esta ley. Tampoco veo claros los beneficios que traerá la regulación. No capto su necesidad en el contexto del país y no creo en absoluto que se trate de un instrumento eficaz para combatir el narcotráfico, como el presidente no cesa de argumentar.

Me inquieta esa condición experimental que se esgrime ante las dudas que surgen en cuanto a su instrumentación. Y me asombra la inclusión del ejército en el proceso de producción, custodiando los plantíos. Además, comparto las reservas de muchos propietarios de farmacias en cuanto al rol de agentes de ventas que la ley habilita para sus comercios. Por supuesto, me incluyo en ese 65% de ciudadanos que, de acuerdo una encuesta reciente, no están de acuerdo con esta ley, cuya reglamentación es confusa y laberíntica. Sí estoy de acuerdo en permitir el consumo individual no penalizado y librado a la libre decisión de cada uno, pero ese es otro tema.

Lo que me mueve a reflexión ahora es una circunstancia notable que, desde el momento en que la ley se sometió a la opinión pública, ha estado operando de manera incesante sobre la conciencia de la población. Como nunca antes, la marihuana ocupó los espacios mediáticos y cobró una difusión que hasta entonces no había tenido en nuestro país. De pronto, las inconfundibles plantitas verdes, la morfología de sus hojas, el acopio de datos sobre su cultivo y variedades, la comparecencia de consumidores y expertos, las imágenes de clubes de membresía extranjeros y los entusiastas locales protagonizando marchas y encuentros como el reciente del Molino de Pérez, convirtieron a la popular “maruja” en un producto visible y para muchos tentador. Y eso no estaría mal si hubiera tenido la contrapartida de una presencia similar de las opiniones y argumentos que cuestionan el consumo de cannabis y advierten sobre el daño para la salud.

A lo anterior se le suma la repercusión que en el extranjero tuvo la iniciativa, que contó con el beneplácito de personas poderosas como Soros o Rockefeller y que posicionó a nuestro país como cannabis friendly country, condición que se disparó de forma planetaria cuando ni siquiera la ley había sido aprobada. Todo esto y lo que ha venido sucediendo a nivel local configura, a mi modo de ver, una gran campaña de difusión del cannabis y de manera subsidiaria, un obvio impulso a su consumo o al menos a la tentación de hacerlo.

Sería bueno que alguna encuesta revelase cuánto ha repercutido en niños y adolescentes esta campaña. Qué tanto pudo modificar su percepción sobre este producto que seduce con una promesa de bienestar, de onda, pero también contiene una oportunidad de transgresión e ingreso en el siempre atractivo mundo de lo prohibido. Si nos atenemos al consumo de alcohol por menores, el posible agregado del cannabis en el menú —que por otra parte ya existe— no hace más que complicar el panorama de las adicciones juveniles. De ahí se pasa al sueño de las seis plantitas propias y al ambiguo territorio de las fronteras que se cruzan cuando un porrito ya no alcanza.

Estoy convencido que la de la marihuana ha sido una de las campañas publicitarias más inteligentes y eficaces que yo recuerde. Sobre cuánto incidió e incidirá en el consumo y en el aumento de los consumidores, habrá que estudiarlo. Lo único que le falta al producto hoy es una marca y un envase, pero todo lo demás ya lo tiene, en especial legitimación.

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Hugo Burel

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