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Con el pan dulce

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Pasó la elección y aún sale humo de sus rescoldos. El Frente Amplio rumia sus estrategias electorales, mientras el Dr. Vázquez resuelve en solitario sobre su gobierno. Los partidos tradicionales todavía no han asumido la responsabilidad clara de inflar el velamen de la Concertación y resolverse a dar batalla en un Montevideo que es difícil pero no inaccesible. “A las cosas, señores”, como le dijo en su tiempo Ortega y Gasset a los argentinos.

Pasó la elección y aún sale humo de sus rescoldos. El Frente Amplio rumia sus estrategias electorales, mientras el Dr. Vázquez resuelve en solitario sobre su gobierno. Los partidos tradicionales todavía no han asumido la responsabilidad clara de inflar el velamen de la Concertación y resolverse a dar batalla en un Montevideo que es difícil pero no inaccesible. “A las cosas, señores”, como le dijo en su tiempo Ortega y Gasset a los argentinos.

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Fiel a su estilo, el Frente está despidiendo el año con otra ley inconstitucional para seguir embrollando el desastre presupuestal que organizó con el Poder Judicial y del cual no tiene salida. Se repite lo que ya ocurrió con los municipales en tiempos de Arana y el gobierno no tendrá otra salida que pagar, luego de que la justicia le vuelva a declarar inconstitucional esta ley con la que trata de amortiguar el impacto de sus errores.

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Para mantener su coherencia también votó el Senado, a tambor batiente, la ley de medios de 186 artículos, que culmina un proceso iniciado en setiembre de 2010 cuando le declaró a la revista “Veja” que “no hay mejor ley de medios que la que no existe”. Cosechó entonces un generalizado aplauso de toda América Latina, al que defraudó meses después cuando envió el proyecto más largo del mundo, plagado de mecanismos de intervención del Estado , creación de órganos de control de los medios y amenaza de eventuales sanciones. Inconstitucional, además, en varios aspectos. Nadie hubiera objetado un proyecto que regulara la concesión de ondas, llenando un vacío legislativo. Pero todo este andamiaje es, lisa y llanamente, un revolver cargado sobre la nuca del periodismo independiente En medio de frondosas frases sobre garantías y libertades, se les pone en cuestión de mil y un modos. El Frente sabe intimidar y de eso se trata. Cargar el arma y apuntar para que todos se cuiden. Es su modo.

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Mientras los presos de Guantánamo y los inmigrantes sirios llenan espacios mediáticos, asistimos a la comprobación objetiva de que un gobierno que proclamó como su prioridad absoluta “educación, educación y más educación” , ha fracasado rotundamente. En los jóvenes de 14 a 17 años, Uruguay solo el 48% llega a los 9 años de escolaridad ,mientras que en Paraguay es 51%, Argentina 72% y en Chile 88%. Si nos vamos a los jóvenes de 18 a 20 años, solo alcanzan a 12 años de educación, el 28% cuando Paraguay llega al el 43%, Argentina el 48% y Chile el 76%. Si esto es terrible en términos cuantitativos, es aun peor cuando observamos lo cualitativo y miramos hacia le equidad . La “segregación” ( o sea el lugar de los establecimientos según el nivel socio económico) ha subido de 31.8% a 39.8% o , lo que evidencia que Montevideo se está rápidamente fragmentando desde el punto de vista de barrios pobres o ricos. Y si vamos a los rendimientos, la distancia es gigantesca. En los jóvenes de 15 años, en matemáticas, en 2002 alcanzaba el nivel de competencia mínimo el 56% del segmento económico alto, mientras que en 2012 fue solo 48%. Si observamos el mismo fenómeno en los chicos del estrato social más desfavorecido, solo 11% llegaban a ese nivel mínimo, que hoy –todavía peor- ha bajado a un dramático 7%. Parecidos resultados se observan en lectura y ciencias. O sea que la distancia social se ha aumentado en estos diez años. ¿ Donde queda la proclamada “inclusión” y “equidad social” del gobierno frentista? Allí están los resultados objetivos: nuestra juventud va caminando, paso a paso, hacia el atraso.

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Mientras los rezagos estudiantiles se hacen cada vez mayores, la Junta Nacional de Droga informa que, de los menores de 13 a 17 años, el 60% ha consumido alcohol en los últimos 12 meses, el 37% bebidas energizantes, el 17% marihuana y el 15.5% tabaco. En 2002 el tabaco era el 24% y la marihuana solo el 12%; o sea que ésta viene trepando , ha superado al tabaco y todo indica que con el jolgorio de consumo que hoy se vive, esto irá a mucho peor. Lo grave es que mientras no hay joven que no conozca los riesgos del tabaco, no hay la menor idea de los daños incuestionables que produce la marihuana. Al revés, se les informa todos los días de usos medicinales, como si no ocurriera lo mismo con el opio u otros estupefacientes, que se emplean del punto de vista farmacéutico, con los controles conocidos. Está comprobado que en esos años juveniles es cuando las adicciones a la marihuana se hacen más firmes y abren luego camino a otras drogas o combinaciones de ellas. Desgraciadamente el tema se sigue mirando solo desde el ángulo policial ( éxito o fracaso de la represión) y no desde el de la salud y el bienestar humano, donde este hábito se está transformando en la peor agresión a la salud psíquica de la nueva generación.

¿Menos educación y más droga no es un camino hacia el fracaso? ¿Cómo podemos seguir hablando de equidad y justicia, cuando los más pobres retroceden en la educación y una mirada sobre nuestra sociedad nos muestra indigentes durmiendo en la calle, bandadas mendigando en los semáforos, escuelas y liceos donde la violencia es ya habitual, taximetristas que no entran a los barrios más carenciados y un auge delictivo que mezcla pobreza con crueldad?

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Julio María Sanguinetti

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