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Otra vez elecciones

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Napoleón Bonaparte al momento de seleccionar al general al que le daría el mando, se fijaba no sólo en sus aptitudes de militar, sino en si era hombre de suerte. Para él, ese era un factor importante. Pues bien, el gobernador Daniel Scioli el domingo pasado la tuvo.

Napoleón Bonaparte al momento de seleccionar al general al que le daría el mando, se fijaba no sólo en sus aptitudes de militar, sino en si era hombre de suerte. Para él, ese era un factor importante. Pues bien, el gobernador Daniel Scioli el domingo pasado la tuvo.

Si bien llovió el día de las elecciones, el cataclismo que cayó sobre los habitantes de la provincia de Buenos Aires recién alcanzó proporciones bíblicas a continuación del acto eleccionario. Otro hubiera sido el ánimo entre la gente que lo votó y luego tuvo que huir despavorida dejando sus hogares, sus pertenencias, sus bienes de trabajo, mientras del cielo seguía cayendo el agua a baldes, ante el constante avance de los ríos desbordados y la fuerza de la sudestada.

Un trastorno climático inesperado, sin duda, ya que llovieron más de trescientos milímetros sin parar, pero cuyas devastadoras consecuencias difieren notoriamente con lo acontecido en la Capital, el territorio de Mauricio Macri. Antes era algo habitual que la ciudad quedara rápidamente anegada y se convirtiera en un caos, cada vez que caía una lluvia torrencial. Sin embargo, ahora no pasó nada grave, y los poco vistosos, pero trascendentes trabajos de infraestructura realizados bajo el gobierno macrista, rindieron sus frutos. El contraste entre una y otra Administración quedó a la vista. Y para peor, terminadas las elecciones, el gobernador no quiso suspender su viaje a la “Bella Italia” y se tomó el avión con su rubia mujer, tal como lo tenía previsto. Atrás quedaron los inundados y las inundaciones.

En este caso, el timing no pudo ser peor, como lo muestran las reacciones de la gente, los comentarios en las redes sociales, los videos capciosos, las críticas y las quejas, al punto de que no tuvo más remedio que acortar su periplo, haciendo hincapié sus voceros, en que viajaba por cuidados de su prótesis. Sobre todo luego de saberse que el premier Matteo Renzi, con quien supuestamente se iba a reunir, estaba de vacaciones en la Toscana. Pero de todas maneras, los comicios estaban concluidos y para cuando lleguen las de octubre, ya habrá pasado bastante tiempo y el sol brillará de nuevo. Además, no hay que olvidarse que casi un tercio de los hogares en Argentina recibe asistencia estatal, lo cual indica dos cosas. Una, que la pobreza no sólo no ha disminuido sino que ha aumentado, llegando al 28,7%, lo que se explica por la falta de educación, de trabajo y la creciente inflación. Segunda: crece el clientelismo y el número de personas dependientes de las dádivas del poder. Sin embargo, en este escenario, la joven candidata bonaerense de Cambiemos, figura destacada del PRO, María Eugenia Vidal, quien compitió con Aníbal Fernández y Domínguez, del FPV (Scioli) y con Felipe Solá, de UNA (Massa) y otros adversarios menores, fue la candidata más votada individualmente.

Las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, creación del oficialismo), se transformaron en una especie de avance de las presidenciales, pero con la particularidad de que justamente en el Frente por la Victoria no hubo carrera por la primera candidatura. Al final acordaron previamente la fórmula con Scioli, a pesar de los desaires de Cristina hacia su persona, sufridos a lo largo de los años. Quedó como primer candidato y para vicepresidente, el convidado de piedra que le impuso la Presidente, Carlos Zannini, el monje negro del kirchnerismo.

El ausentismo fue alto a pesar de su obligatoriedad. Concurrió el 58% del padrón y el hecho de que cuatro de cada diez argentinos no haya votado, aumenta la incertidumbre sobre lo que pueda pasar dentro de dos meses. Pero de todas maneras, en la noche de los comicios, aún con el larguísimo escrutinio (con un sistema de listas-sábanas tan intrincado que había boletas de hasta un metro de largo), a todos los candidatos se les vio festejar. Una situación bastante singular. Con el transcurso de las horas mejoraron las chances del FPV pero hubo celebraciones en el Luna Park, en Costa Salguero y en Tigre y supongo que también en las encuestadoras, ya que en esta oportunidad no hicieron tanto papelón. Ahora les llegó a todos el período de las conquistas dirigidas. Scioli, con el 38% obtenido, para llegar al 45% y no tener que ir a una segunda vuelta, necesita claramente el 6,4% de los votos de De la Sota que quedó fuera del ring. Unos creen que naturalmente deberían volcarse hacia el candidato peronista, pero en Córdoba, Macri perdió solo por 4 puntos. Y está claro que hoy existe un fuerte rechazo peronista al kirchnerismo. No hay que descartar el hecho de que el 60% del electorado votó en su contra. Por otro lado, es difícil que Massa pueda seguir aspirando a la Presidencia, pero hizo una mejor votación de lo esperado. Tenía buenas razones para alegrarse la otra noche, ya que se ha vuelto la chica más codiciada del baile, a partir de que la polarización Macri-Scioli, que muchos pronosticaban, no ocurrió, ya que como suele acontecer, la oposición siempre termina yendo dividida. Ahora Macri debe esforzarse por no perder ni un voto de Sanz y de Carrió y pescar en otras lagunas. En el cuarto oscuro se dará la última palabra.

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Julia Rodríguez Larreta

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