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Macri entre el pasado y el presente

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El primero de marzo se escuchó el discurso del presidente argentino en ocasión de la apertura de sesiones del Congreso de la Nación.

El primero de marzo se escuchó el discurso del presidente argentino en ocasión de la apertura de sesiones del Congreso de la Nación.

La pregunta generalizada era si Macri iba a explayarse sobre su visión de la Argentina y su gran potencial. De sus proyectos de crecimiento y desarrollo, de política social y educativa, de reforma del estado, de lucha contra la pobreza, la inflación y el narcotráfico e iba a dejar de mencionar la herencia que encontró. Los consejos que recibió eran divergentes. El conflicto sobre qué y cuanto decir, siguió hasta horas antes de ingresar al recinto legislativo. Entre el pragmatismo y el idealismo, dos características que Macri debe tener fuertemente arraigadas en su ADN, primó la convicción de que había que contar al pueblo la forma en que encontró al país y luego desarrollar su programa de gobierno. Hay dos tipos de gobernantes, aquellos que tratan de unir y curar las heridas y los que separan y abren las cicatrices, atizan el odio y buscan o inventan enemigos. Macri es de los que buscan la unión y no agredir. No se valió de adjetivos sino de hechos, pero era imposible no explicar las razones para la suba de los precios, la supuesta devaluación y la necesidad de sincerar la relación del peso y el dólar. Había que hacerlo.

Así, el presidente decidió aclarar que el déficit fiscal era el equivalente del 7% del PBI. Que se perdieron dos años de producción de petróleo y siete de gas. Que las reservas del Banco central eran mínimas, que Argentina carecía de crédito externo e interno. Culpó al gobierno anterior por el aumento de la pobreza (29%) en tiempos de bonanza y lo calificó de violento, sesgado y mentiroso. Durante una cuarta parte de la exposición subrayó la incompetencia, la desidia y la falta de responsabilidad anterior. Mencionó la deshonestidad y la corrupción como un flagelo al que se debía combatir.

Pensó que ese repaso ayudaría a hacerle entender a la gente los motivos de ciertos aumentos, por ejemplo, el de las tarifas de servicios públicos, dado que no se invirtió adecuadamente en el mantenimiento de las redes eléctricas ni en su expansión. Mencionó la quita de las detracciones a los productos del campo y como con la orientación de este gobierno, los productores dejaron de mandar vacas al frigorífico, solo se envían novillos y por fin aumentará el alicaído tamaño del rebaño vacuno que cayó un 30%. Ello hizo aumentar el precio de la carne pero en el futuro habrá más carne, si bien se deberá esperar unos tres años para que den fruto las medidas. Mientras habrá que importar de Uruguay. Enderezar las cosas toma su tiempo y hay que esperar hasta que surten efecto. Al tiempo que Macri enumeraba las falencias de los Kirchner, del sector de La Cámpora se escucharon abucheos, griterío y salieron a relucir carteles que los mismos legisladores traían impresos, hostigando de manera irreverente y agresiva la presentación. Pero el discurso siguió inalterable, denunciando sobrecostos en la obra pública, el mal estado de las carreteras, la deshonestidad y el despilfarro en el PAMI. No consiguieron sacarlo de sus casillas.

Hizo referencia también al cese de decenas de miles de nuevos ñoquis contratados en los últimos días del gobierno anterior; de la imperiosa necesidad de profesionalizar la administración pública; de mejorar el manejo de empresas estatales como Aerolíneas Argentinas, reduciendo sus cuantiosas pérdidas y diversos planes de importancia social, como la universalización de la escuela a partir de los 3 años, la rebaja del IVA de la canasta para los más pobres, etc.

La agenda es inmensa y nada fácil de llevar adelante. Macri habló en contra de la “viveza criolla”, en favor del trabajo, la dedicación y de promover el empleo genuino, La oposición mientras tanto, seguía molestando y mostraban cartelitos contra la inflación, co-mo si el gobierno de Cristina no fuera gran responsable de ella. Protestaban por los despidos y por Milagro Salas como si de una mártir se tratara, siendo que se la juzga por varios delitos.

Se anunció el ambicioso proyecto del noroeste y el acuerdo con los “holdouts” en condiciones más favorables (25% de quita en vez del 20% de Cristina Kirchner), logrado en buena medida gracias a la buena predisposición que provoca el nuevo gobierno. Falta ahora la acción del Congreso. Que levanten los impedimentos que prohíben el arreglo, derogando la Ley Cerrojo. Con eso Argentina volverá a tener crédito para hacer infraestructura, equilibrar sus finanzas y dinamizar al sector privado. Pero si no se aprueba rápido hay peligro de derrumbe y como se podía esperar, a pesar de sus diferencias internas, el PJ ya empezó a condicionar su apoyo, disconforme con la propuesta de devolución a las provincias del 15%, en forma progresiva.

Macri, en tono firme y sereno, combinó herencia y futuro.

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Julia Rodríguez Larreta

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