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Historia de una aberración

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Han pasado unos días desde la arremetida oficial contra uno de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Dr. Carlos Fayt, pero es tan aberrante y tan grave lo sucedido, que no puedo dejar de hablar de ello.

Han pasado unos días desde la arremetida oficial contra uno de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Dr. Carlos Fayt, pero es tan aberrante y tan grave lo sucedido, que no puedo dejar de hablar de ello.

Para saber que clase de magistrado es el Dr. Fayt, es bueno conocer una anécdota suya. Se trata del final de su conversación con el Dr. Alfonsín tras ser convocado para integrar el más alto tribunal. Después de aceptar y agradecer la distinción, al momento de despedirse, Fayt le dijo; “Presidente, por favor borre mi teléfono de su agenda porque no lo voy a atender nunca”. Y así fue con todos los mandatarios que lo sucedieron, que si contamos también a los fugaces se llega a nueve o diez.

Mientras al Kirchnerismo no le molestaba mayormente, lo dejaron en paz y toleraron hasta fallos en disidencia como cuando la ley de medios. Pero al irse Zaffaroni y morir otros dos integrantes de la Corte, el lugar de Fayt se volvió clave para el gobierno de Cristina. Y la firme intención es colocar allí a alguien que les responda y les cubra las espaldas. Sin siquiera preocuparse demasiado por disimular su vívido interés en asegurar la impunidad para los funcionarios que a partir del 10 de diciembre próximo perderán sus fueros, (de ahí que la Presidente de seguro encabezará una lista o será electa para el Parlasur), con una saña y una falta de respeto infinita, se lanzó una campaña infamante contra su persona.

Como se trata de un juez que goza de indiscutido prestigio, una persona de vida decorosa y completamente dedicada a su carrera, no era fácil atacarlo. Además de su trabajo en el alto tribunal, el Dr. Fayt ha escrito 35 libros que han sido un aporte importante a la docencia. En ellos han estudiado varias generaciones de abogados, fiscales y jueces e inclusive, para este gobierno que se las da de progresista, el mismo Fayt tiene una reputación que va en esa línea. Ha sido un hombre siempre a favor de la defensa de todos los derechos.

Tan así era su perfil, que cuando Alfonsín lo eligió para ser uno de los jueces de la Corte en 1983, entre los sectores más conservadores del fuero porteño se produjo un movimiento en contra de su nombramiento.

En clara demostración de que entre el oficialismo impera la idea de que el fin justifica los medios, la estrategia de la casa Rosada fue denostarlo por su edad. Tratarlo de senil, llamarlo “momia” como lo acusó Hebe de Bonafini, la supuesta heroína de los derechos humanos; “que demuestre su aptitud sicofísica”, lo desafió el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández; que se presente en el Congreso; que salga al balcón y haga ver que no está gagá. De esta bajeza y este calibre fue la andanada de ofensas lanzadas contra el honorable magistrado, por parte de estos auto denominados defensores de las minorías, a quienes no les dio vergüenza alguna su actitud discriminatoria hacia la gente mayor. En la misma comisión de la Cámara de Diputados donde archivaron los pedidos de juicio político al vicepresidente Boudou, al Canciller Timmerman y a la Procuradora Gils Carbo (espada del gobierno en la justicia) la bancada K protagonizó otro lamentable espectáculo en el intento por echar al Juez.

Si bien al final, sabiendo que en realidad no contaban con nada de sustento para imputarlo, terminaron por no emitir dictamen pues ello significaba llevar el tema al recinto, donde no contarían con los votos necesarios para concretar su alevosa maniobra.

Sin embargo, no podían desconocer que estas acciones insultantes, de desgaste y humillación para con alguien de avanzada edad, podían ser una manera de empujarlo hacia la muerte. Cosa que hicieron sin empacho alguno. Pero a pesar de sus 97, este hombre de salud y lucidez extraordinarias, aguantó los escraches con total dignidad y les tapó la boca a todos los que lo acusaban de incapacidad.

Acudió como de costumbre una vez más a la Corte y participó tranquilamente, en un acuerdo extraordinario del alto tribunal, en el cual se ratificó la acordada que designó a sus autoridades para el período 2016-2019 bajo una nueva Presidencia del Juez Lorenzetti.

Aparte de que es ilegítimo abrir una investigación sin iniciar el procedimiento previsto para el juicio político como fue manifestado por la oposición, dispuesta a frenar esta iniciativa del oficialismo, lo que se ha visto y lo que ha tenido que vivir este miembro de la Corte Suprema entraña un mensaje muy preocupante.

Más allá de la falta de reparos en un accionar que podría haber terminado trágicamente, por el natural stress que le estaban provocando a este anciano, en vez de guardarle el debido respeto y consideración, todo el episodio representa un serio atropello a los valores republicanos y a la división de poderes que sustentan a una democracia.

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Julia Rodríguez Larreta

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