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De la eutanasia

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El 4 de noviembre se supo que Brittany Mainard había cumplido con su decisión, y había dejado de existir. La noticia recorrió el mundo porque no se trataba de un hecho fortuito, ni de una criatura cualquiera. Esta joven maestra de 29 años, de marcada personalidad solidaria, encaró su cruel destino con una entereza impresionante y lo transformó en una cruzada a favor de los derechos individuales. Su determinación de quitarse la vida, ha puesto nuevamente en discusión el discutido tema de la eutanasia como opción. Después de que en diciembre pasado le diagnosticaron un virulento cáncer cerebral que la llevaría a la muerte en unos 6 meses, resolvió que antes de que los padecimientos que ya sufría, siguieran en aumento y la enfermedad continuara haciendo estragos en su cuerpo, buscaría ella misma la muerte.

El 4 de noviembre se supo que Brittany Mainard había cumplido con su decisión, y había dejado de existir. La noticia recorrió el mundo porque no se trataba de un hecho fortuito, ni de una criatura cualquiera. Esta joven maestra de 29 años, de marcada personalidad solidaria, encaró su cruel destino con una entereza impresionante y lo transformó en una cruzada a favor de los derechos individuales. Su determinación de quitarse la vida, ha puesto nuevamente en discusión el discutido tema de la eutanasia como opción. Después de que en diciembre pasado le diagnosticaron un virulento cáncer cerebral que la llevaría a la muerte en unos 6 meses, resolvió que antes de que los padecimientos que ya sufría, siguieran en aumento y la enfermedad continuara haciendo estragos en su cuerpo, buscaría ella misma la muerte.

A lo largo de sus últimos meses llevó adelante una valiente y conmovedora campaña a favor de la eutanasia activa, motivo por el cual se trasladó con su marido desde hacía solo un año, desde California al vecino Oregon. Uno de los pocos, entre los 50 estados que componen Estados Unidos, donde es legal esta instancia. A la vez existen normativas de este tipo en Washington y Vermont y en Montana y Nuevo México hay antecedentes.

A través de videos, de mensajes en las redes sociales, haciendo un diario casi íntimo de sus últimos días, Brittany habló como nadie de su desgarradora elección. Profundizó en el valor de la persona, de la dignidad del ser humano y del derecho a elegir el momento de su fallecimiento, si bien según aclaró, no era de personalidad suicida. Pasaba que se estaba muriendo. Prefirió entonces que ocurriera a su manera, sin continuar viviendo atormentada por las convulsiones, los mareos, los dolores. Antes de la fecha que se había puesto como límite para perecer, tras ingerir la mezcla de barbitúricos que le fuera recetada por el médico y que tenía con ella desde hacía unas semanas, hizo dos últimos viajes para disfrutar una vez más de la naturaleza que tanto amaba, junto a sus padres y su marido. Recorrió el Yellowstone National Park y luego el Cañón del Colorado. Quien la vio sonriente, aunque hinchada por los remedios, tomándose fotos con los suyos como cualquier alegre muchacha de vacaciones, no habrá imaginado la tragedia que la envolvía. Una de las últimas cosas que hizo fue grabar un mensaje en su página de Facebook, en el que llama a honrar la vida y a comprender la importancia de los afectos. Miembros de la Compassion and Choices, organización defensora de la eutanasia, que la acompañó en sus difíciles trances, informó que murió serenamente, rodeada de sus seres queridos, en esa madrugada.

Más de 10 millones de personas vieron el video en el que se despedía. Hubo gente que la aplaudió, valorando su coraje y comprendiendo su resolución, mientras otros simplemente la acompañaron. También por supuesto los hubo que la criticaron severamente, con frases de censura como “un acto que va contra la voluntad de Dios”.

Ese es uno de los puntos de conflicto, que rodean la legalización de la eutanasia, (del griego, “eu” –bien- “thanatos”-muerte) porque quienes tienen creencias religiosas creen que la norma general debe atenerse a ellas. Es una discusión que contrapone motivos éticos, filosóficos, morales y es tan compleja su dilucidación, que dentro de la cultura occidental, poco se plantea o se discute la posibilidad de respetar la voluntad de la persona, sobre si misma. Es cierto que han habido progresos desde los tiempos en que a aquellos que se suicidaban no se les daba “cristiana sepultura” y era complicado donde enterrarlos, pero aun persiste una suerte de temor atávico ante la perspectiva de que el se humano pueda resolver respecto de su vida y su muerte. Y recibir la debida asistencia para llevar a cabo su resolución.

En el 2009, en nuestro país se votó la ley N° 18473, conocida como de Muerte Anticipada, reglamentada finalmente en el 2011. Si bien es un gran avance, pues ella trata de evitar el ensañamiento terapéutico que lleva a ciertos pacientes a padecer inútiles largas agonías, tanto en el artículo N°13 y en el N°14, se excluye explícitamente la eutanasia. Lo cual no deja de ser algo contradictorio, (no es lo único) con la esencia del artículo primero donde se expresa que toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, en forma voluntaria, consciente y libre, tiene derecho a “expresar anticipadamente su voluntad en el sentido de oponerse a la futura aplicación de tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su vida en detrimento de la calidad de la misma, si se encuentra enferma de una patología terminal, incurable e irreversible”. Por su parte el artículo N°6 indica que “podrá manifestarse de forma anticipada ante escribano público” y abunda en el procedimiento. Pero así como hay una vasta desinformación sobre la existencia de esta ley entre la población, también ella tiene sus lagunas y limitantes. Por ejemplo, no queda claro si el Art.1° abarca el dejar instrucciones anticipadas, para el caso de ser víctima de una enfermedad hasta ahora “irreversible” como el Alzheimer u otras varias.

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Julia Rodríguez Larreta

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