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Cuba y los Estados Unidos

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A fines del año pasado el Presidente Obama dispuso de común acuerdo con los dictadores cubanos, iniciar los trámites para restablecer relaciones diplomáticas entre ambos países.

A fines del año pasado el Presidente Obama dispuso de común acuerdo con los dictadores cubanos, iniciar los trámites para restablecer relaciones diplomáticas entre ambos países.

Previo a esa declaración hubo un canje de tres espías cubanos, que operaban en USA, por dos norteamericanos presos en Cuba. Un agente de los servicios que llevaba 20 años encarcelado y otro, Alan Gross, un infeliz con ya cinco años a la sombra. Además, se soltarían unos 50 presos políticos y entre ellos, un grupo de damas de blanco. Los que somos escépticos acerca de las intenciones cubanas, pensamos que de la misma forma en que fueron liberados, pueden volver al encierro ante la menor protesta o también para ejercer presión sobre los EEUU, en algún tema. Apresar una y otra vez es un modus operandi habitual en el régimen.

¿Que llevó a los Castro a aceptar este dialogo, no condicionado al levantamiento del embargo? El gran aliado del cual han sido mentor, la Republica Bolivariana de Venezuela de la cual dependen, está al borde del colapso. Anteriormente, sus subsidios, los salarios a personal cubano ejerciendo funciones en Venezuela, los préstamos blandos y la venta de petróleo a bajos precios, ayudaban a mantener a flote el comunismo en la isla.

Raúl, el hermano menor, más pragmático y que ya ha permitido un mínimo de actividad privada en Cuba, habrá decidido buscar otra tabla de salvación. Los EEUU ya son un tremendo apoyo, no oficial, a la economía de ese país. Un dato cuya difusión está mal vista por el gobierno comunista, es que reciben anualmente envíos familiares, los cuales en el 2013 llegaron a ser más de U$ 2.700.000.000. La esperanza del poder cubano estará centrada en que eventualmente se afloje y finalmente se elimine el embargo, resorte del Congreso Norteamericano. Esto permitirá invertir en Cuba a los estadounidenses. Mientras tanto, que retorne el tal denostado turismo yanqui, a dejar sus dólares y a dinamizar su paupérrima economía, para evitar el total colapso y retener el control, mientras al estilo chino, continúan con un férreo control político.

Por parte de EEUU, sus razones fueron explicitadas por los Secretarios de Estado, Comercio y Tesoro en un artículo que apareció en El País el 27 de diciembre, titulado “Cuba hacia el futuro”. Su tesis es que el giro favorecerá los intereses de su país y los del pueblo cubano. Lo último está claro. Se propiciará el aumento de las remesas, permisos de viaje, el comercio y creen que podrán influir para hacer valer los derechos humanos en la isla, junto a una mayor flexibilización de los controles sobre internet. En otras palabras, mayor libertad.

En qué medida esto redundará en beneficio para EE.UU, es de dudosa justificación, a no ser que sea solo por sentirse mejor al ver a su vecino algo menos agobiado por el duro régimen que los oprime desde hace seis décadas. Políticamente, de ser exitosa esta apertura, puede redundar en votos para el partido demócrata por parte de los más de dos millones de refugiados cubanos, hoy la gran mayoría prósperos ciudadanos norteamericanos, con lazos familiares en la isla.

Pero quizás una razón importante y no explicitada sea evitar que los Castro terminen volcados hacia los chinos de no obtener concesiones en EEUU, sin obviamente, ceder en el campo de los derechos humanos.
Al emprender este camino de acercamiento, no hay que olvidar que en Cuba se formaron los cabecillas de los cuadros guerrilleros que han asolado muchos países latinoamericanos y del África y parece que existe todavía una vinculación con los sediciosos de Colombia. Cuba sigue catalogada como país patrocinante de actividades terroristas. Esa designación sería alterada previo examen, antes de proceder en las negociaciones.

También, hay que recordar que las sanciones que recayeron sobre Cuba, un embargo que no es lo mismo que un bloqueo, término impuesto por la prédica de la izquierda que desvirtúa su verdadero significado, fue a resultas de la confiscación de propiedades norteamericanas, sin pago alguno, al tomar Fidel Castro el poder. Se trataba de inversiones cuantiosas. La empresa telefónica, la de electricidad, la minera de níquel, sucursales bancarias, las estancias ganaderas, azucareras, hoteles, más las numerosas casas privadas de veraneo. Tampoco se repagaron las obligaciones al extranjero. Si bien el gobierno del Presidente Obama quiera ser acomodaticio con este legado, la verdad es que dar vuelta la hoja y empezar de cero creará otro mal precedente. Un país soberano puede nacionalizar propiedades pero, debería pagar por ellas un precio justo. Pero han pasado más de 60 años y de pagar, nada.

¿Cuál será la actitud del gobierno de Cuba a medida que se emprenda el largo camino para la normalización de las relaciones diplomáticas? Seguramente la de comportarse como ofendido frente a cualquier reclamo. Seguirán en su postura de víctima frente al imperialismo yanqui y tratarán de continuar culpando a los EEUU por sus dificultades y fracasos. Cuentan con un coro de apoyo entre varios gobiernos de América latina, entre ellos, él nuestro.

Y de tanto en cuanto, soltarán a algunos presos políticos (tiene un buen suministro) o permitirán que viaje a EEUU algún familiar sin que tenga que arriesgar su vida cruzando el istmo, en una balsa. Probablemente han muerto ahogados y ametrallados, muchos más cubanos en el mar, tratando de escapar la dictadura, que los que murieron cruzando los aproximadamente 200 metros que separaban a Alemania del Este (comunista) y Alemania Occidental, antes de que cayera “el muro de Berlín”. Curioso hecho que los admiradores del castrismo nunca recuerdan. Por el contrario - del occidente hacia el comunismo - no se va nadie, ni entre las Alemanias, ni de EEUU a Cuba. Tampoco sucede desde Corea del Norte a Corea del Sur. Evidencias que dicen mucho.
Finalmente, aunque la administración del presidente Obama pretenda, a largo plazo, propiciar la democratización en la isla, los hermanos están preparando la eventual sucesión. Parecería que el General Alejandro Castro, hijo de Raúl, el Presidente actual, sería el próximopara asegurar la permanencia del regimen “progresista”, una curiosa mezcla de monarquía comunista, adoptadotambién por Corea del Norte, otro faro a emular, de la izquierda.

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Julia Rodríguez Larreta

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