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Argentina poselección

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Julia Rodríguez Larreta
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Con menos votos que sus opositores (se presentaron divididos), el equipo de Macri y su coalición triunfó con un 42% a nivel nacional.

Logró aumentar sus bancas en ambas Cámaras del Congreso. Ganó inclusive la gobernación de Salta, destronando a Urtubey, un atractivo y joven político peronista. Inclusive el deslucido candidato a senador de Cambiemos para la Provincia de Buenos Aires superó a Cristina Kirch-ner. La carismática y popular María Eugenia Vidal lo hizo posible. Aunque también Cristina salió electa por la minoría, gracias al pacto de Olivos (Alfonsín-Menem) que introdujo el segundo senador. Para los próximos dos años, Macri gozará de la primera minoría y eso le ayudará a negociar con mejores posibilidades su agenda legislativa. En la capital, con Lilita Carrió al frente, el resultado fue del 50% de los votos. Además, el triunfo de Cambiemos en otros lugares claves como la Provincia de Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos, le debería dar la confianza que necesita para encarar su planes.

Días pasados se produjeron tremendos acontecimientos en el ámbito de la justicia. Los jueces parecen sentirse más seguros. Cayeron presos nada menos que Amado Boudou, ex vicepresidente de la República del anterior Gobierno y el otrora poderoso Ministro de Planificación y Obras Públicas, Julio De Vido, ambos procesados por delitos de corrupción. También tiene una causa abierta por "manejos impropios" con su cargo Gils Carbó, la Fiscal General que ha entorpecido la labor del sistema judicial, quien dice que se irá a fin de año.

Con la economía marchando mejor, con la inflación en baja, la obra pública lanzada y con las inversiones privadas que han hecho los agricultores, el escenario político y económico luce como más maduro para que se lance una segunda etapa de reformas. Macri es consciente de que deberá reducir el déficit fiscal. Si no lo logra, ese desequilibrio se lo llevará puesto. Al haber arreglado el "default", renegociado la deuda y mostrado seriedad en su manejo económico y político, los bancos del exterior y los mercados se han abierto nuevamente a la Argentina, pero el crédito que se le extiende al país, tiene un límite pasado el cual, las tasas de interés comienzan a subir y la disponibilidad se agota. Mejor no tantear esas fronteras. Según Wharton, la Argentina ni siquiera clasifica como país emergente. Es tiempo de cirugía, de recorte de gastos y mayor sinceramiento de tarifas. El enfoque de Macri ha sido gradualista y desarrollista. Parte por idiosincrasia y parte por necesidad. Con más de un 30% de la población sumida en la pobreza, es posible que el tejido social no hubiese aguantado una drástica baja de salarios (vía devaluación) y una reducción de empleados públicos. Su apoyo político hace dos años era más tenue. La gente en general, no sabía o no quería creer que el país estaba al borde de un descalabro. Optó por hacer orden y ajustes, de a poco. Ahora está frente a un nuevo umbral y ha prometido ir adelante. Se ha dejado de robar al estado, pero no es suficiente. ¿Qué hará para reducir el gasto público/déficit antes de que se corte el crédito? Los K y sus acólitos han llenado al estado de empleados. Además, como dice el economista De Pablo, la Argentina tiene 8 millones de gente que trabaja y aporta al sistema previsional, pero tiene un número similar de jubilados. La relación tendría que ser un mínimo de 4 (los que aportan) a 1, para pagar una jubilación del 80% móvil (o ajustable) del salario, a la hora de retiro. Imposible. La ecuación no da. El faltante debe venir de rentas generales. Pero otro de los desafíos de Macri debería ser reducir la altísima presión fiscal (33%) y corregir el sistema impositivo. Se habla de progresivamente eliminar el impuesto al cheque, que va en contra de toda la técnica y deseos de bancarizar el sistema. Pero es fácil de recaudar y con un déficit del 6/7% del PBI, difícil eliminarlo sin substituirlo por otro o aumentar una cuota del impuesto a la renta.

Una de las formas para aumentar la recaudación es que crezca la actividad económica. Para hacerlo se debería estimular la inversión privada. Con ese objetivo, Macri viajó a NY a seducir capitalistas. Ardua misión. La Argentina tiene varias contras. Alto grado de conflictividad laboral (huelgas salvajes de Aerolíneas Argentinas son una prueba). Impuestos elevados. Inflación del 22%. Sube la deuda pública. La certeza jurídica se está arreglando, pero la prepotencia de Moreno (ex Secretario de Comercio de los K) no se olvida fácilmente. La infraestructura en mal estado (ej. déficit energético por falta de potencia y mantenimiento es igual a cortes). Confianza para sus ejecutivos y sus familias, floja. Crédito local, prácticamente inexistente. Eficacia de la policía, mejor pero sigue siendo regular, para ser benévolos. Histórica inestabilidad de las reglas de juego con cambios una vez que las empresas hacen inversiones. Ejemplo de ello es el régimen minero Menem-Cavallo. El tipo de inversión aseguraba un régimen impositivo estable por 30 años. Al poco tiempo de asumir Kirchner les impuso detracciones a la exportación. La lista es larga. Habrá áreas de especial interés como por ejemplo, la extracción de litio (la Argentina, junto con Chile y Bolivia tienen la mayor concentración de ese elemento del planeta) o lo relacionado con Vaca Muerta (gran yacimiento de hidrocarburos). Veremos. ¡Suerte Macri!

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