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¡A deconstituir hue..on!

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juan ramón rodríguez puppo
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La vida te da sorpresas” cantaba Rubén Blades. Y lo fue el sopapo en las urnas que le dio el pueblo chileno a la reforma constitucional.

Ese mismo pueblo 2 años antes por gran mayoría (78%) había solicitado no solo que se reformara la Constitución vigente, sino que además se lo hiciera a través de una Convención no partidaria y ampliamente representativa.

Tras los eventos de revuelta social en 2018, la discusión constitucional tuvo efecto apaciguador. A eso debe agregarse que hubo un cambio reciente de gobierno y con ello la aparición de un millenial al poder que se jugó la ropa por el nuevo texto constitucional.

Nadie esperaba un revés tan grande en las urnas como el recibido el pasado 4 de setiembre. Fueron revolcados con un rechazo de 62%.

¿Qué cambiaba el nuevo proyecto? Para empezar, se quitó el énfasis en la Familia como base de la sociedad. Obviamente que se quitó del texto el valor Seguridad Nacional. También se cambió en quien reside la soberanía. Siempre radicó en la Nación y ahora pasó a radicar en el Pueblo. El nuevo proyecto era muy vago y no taxativo en enunciación de derechos fundamentales. La vieja Constitución era explicita y entre otros respetaba la propiedad privada. Ahora ya no.

En la Constitución de 1980, la misma era la fuente superior del derecho en Chile. Ahora pasaría a ser una de las dos fuentes a respetar. En el mismo rango que la constitución se exige el respeto a la idea Derechos humanos.

El proyecto de Reforma declaraba a Chile una nación plurinacional. O sea, una Nación en la que se concibe un 2º o 3º ordenamiento jurídico según se esté regulando actividades en jurisdicciones indígenas. En Educación se declaran principios compartibles y laicidad, pero a pesar de esa declaración se le exige tener un “enfoque de género”. Vaya laicidad.

El concepto igualdad sustantiva se repite 7 veces en el texto. O sea, no sólo una igualdad ante la ley. Ahora es igualdad sustantiva y eso era el más reiterado concepto en la reforma. Haciendo exegesis del término se concluye que se busca que la igualdad sea integral y reparatoria de desigualdades. Pretensión muy utópica. Querían llegar por vía constitucional a consagrar el principio de igual tarea/igual remuneración. ¿quién iba a determinar ese igual valor en la tarea? ¿un burócrata? ¿un técnico en RRHH? ¿el mercado?

En materia de huelga hubo cambios, pero no tanto. Se prohibía para policías y FFAA y se mantenía la “esencialidad”.

Se creaban Defensoría (tipo Inddhh).

Se eliminaba el Senado y dos órganos deliberativos. Congreso de Diputadas y Diputados y Congreso por Regiones. Todos de integración paritaria. Todos nombrando decenas de cargos en “acumulación inclusiva”. Miembros y miembras, juezas y jueces, ministras y ministros, etcétera y etcétero. ¡puffff!

Se permitía ser diputado a los 18 años de edad.

Se darán cuenta que no hago mayores análisis porque el proyecto muere por imperio de sus propias utopías. Mucha gente al final se les dio vuelta. El chileno de a pie dijo: ¡Prefiero malo conocido!

Ojalá aprendamos nosotros también la lección. La utopía volvió a perder otra pulseada. Y lo peor es que fue el agrio don Augusto quien les torció la muñeca sin ni siquiera moverse de su tumba.

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