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Una tragedia

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JUAN ORIBE STEMMER
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La explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio, en el Líbano ocupa uno de los primeros lugares entre las catástrofes producidas en los puertos, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra.

El nitrato de amonio (NH4NO3), explicó el químico Leopoldo Suescun a El País, es una sustancia común que tiene una variedad de usos, incluyendo como fertilizante. Cuando se lo almacena correctamente es un material seguro. Cuando no es así, puede producir fuertes explosiones. En los últimos años han producido varios accidentes: en la ciudad-puerto de Tianjin, en agosto de 2015 (173 muertos y casi 800 heridos); la ciudad de West, en Texas, en abril de 2013 (15 muertos y 236 heridos); la ciudad de Ryongchon, en Corea del Norte, en abril de 2004; y una planta química en la ciudad francesas de Toulouse, en septiembre de 2001 (31 muertos y cerca de 2.000 heridos).

Sus características químicas y el que sea fácil conseguirla hacen que los terroristas utilicen esta sustancia para fabricar bombas.

Así sucedió en los casos de los ataques a clubes nocturnos en la isla de Bali, en el año 2002 y el atentado contra el Edificio Federal en la ciudad de Oklahoma, en abril de 1995 (168 muertos y más de 500 heridos). Esta faceta del nitrato de amonio llevó a pensar en la posibilidad de que lo sucedido en Beirut hubiese sido un atentado.

El inicio de la cadena causal que culminó en la tragedia se remonta a septiembre de 2013, cuando el buque mercante MV Rhosus zarpó del puerto de Batumi, en Georgia, sobre en el Mar Negro, conduciendo el cargamento de nitrato de amonio.

El destino de la carga era el puerto de Beira, en Mozambique, donde sería utilizado como fertilizante. Botado en 1986, el Rhosus (cuyo paradero no se conoce) había pasado por los registros de Japón, Corea del Sur, Belice, Panamá, Georgia y Moldova. Su último propietario (o el último conocido) fue un empresario ruso.

Al entrar al Mediterráneo, el Rhosus tuvo problemas técnicos que obligaron a su capitán a hacer escala en Beirut. La Autoridad del Puerto libanesa prohibió la salida del buque hasta que se hiciesen las reparaciones necesarias para asegurar su navegabilidad. El armador eligió abandonar barco, carga y tripulación. Una actitud frecuente. En el 2014 las autoridades portuarias ordenaron descargar el nitrato de amonio. Desde entonces el material estuvo guardado en el Almacén 12 del puerto de Beirut, junto al silo principal, en pleno corazón de la capital del Líbano con sus dos millones de habitantes.

Pasaron seis años mientras la Administración portuaria, la Aduana y el Poder Judicial se ponían de acuerdo sobre como disponer en forma segura del nitrato de amonio.

Ahora el gobierno libanés informó que el año pasado, las repetidas protestas por el mal olor que salía del depósito habían conducido a las autoridades a realizar una investigación que comprobó que las paredes del depósito estaban dañadas y que su contenido era “materiales peligrosos que debían trasladarse”.

Las autoridades enviaron obreros para reparar las filtraciones Es posible que los trabajos o algún descuido de los obreros haya causado el desastre.

Por ahora todo indica que la causa de la tragedia fue una de las combinaciones más peligrosas que pueda producir el ser humano: apatía, imprevisión y burocracia.

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