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Temas clave

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Juan Oribe Stemmer
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En la política existen dos clases de temas: los que se encuentran incluidos en la agenda del debate que conduce a la formulación de políticas, y los demás. Los primeros temas cuentan.

Los otros desaparecen en las páginas interiores de los diarios, las discusiones académicas o se refugian en el orden del día de pequeños grupos de conocedores e interesados sin influencia política real.

¿Cómo ingresa un asunto en la agenda política y como asciende en ella, y porque otros asuntos quedan al margen de aquella (independientemente de su trascendencia objetiva)?

Para complicar un poco más. Ubicar o desplazar un asunto de la agenda política es un proceso deliberado que requiere tres capacidades: la de hacerlo entrar en la discusión pública, la de mantenerlo allí (algo bastante difícil en nuestra época); y la de dirigir la discusión en la dirección deseada por quienes lo impulsan.

Es posible pensar en tres mecanismos para determinar qué temas ingresarán, subirán, o bajarán, en aquella agenda.

El primero consiste en ubicar un determinado asunto en los primeros lugares de la agenda del debate político. El segundo mecanismo, quizás aún más importante, es evitar que un tema ingrese a la agenda y que, si no es posible evitar que así suceda, la influencia para evitar que un tema molesto llegue a los primeros lugares de orden del día político o, por lo menos, de demorar su discusión. El tercero, es la estrategia del tero: los grupos que determinan la agenda pueden distraer la limitada atención en una sociedad, hacia una variedad de problemas que, consideran sus dirigentes, encajan dentro de sus prioridades y, así, desplazar a la periferia aquellos asuntos que no quieren que sean discutidos. Basta seguir las intervenciones del señor Maduro para reconocer esta manipulación de la agenda política.

Es interesante observar la inclinación en nuestra discusión política de concentrarse en asuntos que, objetivamente, interesan a una minoría, mientras que se abandonan temas básicos que afectan prácticamente a la totalidad de la sociedad.

¿Quiénes realmente definen la agenda política en nuestra sociedad? Responder a esa pregunta supone identificar a quienes tienen la capacidad de orientar el debate político y de determinar la toma de decisiones.

La respuesta obvia a esa pregunta suele ser: los medios de comunicación.

No es tan así.

Es posible mencionar do ejemplos de temas que han sido objeto de muchos artículos y comentarios en la prensa pero que no se han instalado en los primeros lugares del debate político y, aún menos, se han traducido en políticas concretas: la crisis de la enseñanza en nuestro país y la situación en Venezuela.

La enseñanza es un asunto esencial para la construcción de una sociedad más justa, con igualdad de oportunidades y con un desarrollo sustentable. Sin embargo, no ha conseguido ubicarse en uno de sus primeros lugares en la agenda política real o activa. Algo parecido sucede con la situación en Venezuela donde se ha instalado una dictadura ante la indiferencia o impotencia de la mayoría de los países latinoamericanos, y de la complicidad de algunos.

Ambos temas son ejemplos del segundo mecanismo para definir la agenda política: la capacidad de evitar que un asunto clave ingrese en aquella o que suba a sus primeros lugares.

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