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JUAN ORIBE STEMMER
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El estado de la enseñanza es un asunto político de primera magnitud que interesa a todos los uruguayos.

Los objetivos del sistema de la enseñanza no incluyen solamente la educación y formación de cada joven, sino también aportar elementos fundamentales para el desarrollo político, social y económico de toda la sociedad. Y, agregaríamos de todas las generaciones. La enseñanza es uno de los instrumentos clave para construir una sociedad democrática, fortalecer la justicia social e impulsar el desarrollo económico del país para beneficio de las generaciones presentes y futuras. Es uno de esos temas respecto de los cuales el ciudadano no solamente tiene el derecho de saber, sino que tiene el deber de enterarse.

Hoy, el sistema de la enseñanza no cumple con aquellas funciones básicas. Ni en cantidad ni en calidad.

El Informe sobre el estado de la educación en Uruguay 2017-2018, elaborado por el INEEd, concluye que “en 2018, un 51% de la población de 23 años abandonó el sistema educativo sin finalizar la educación obligatoria”. Casi la mitad de los jóvenes, entonces, no culmina lo que la sociedad uruguaya ha definido como obligatorio. Una de las principales causas de este desperdicio de inteligencia es “la situación económica de los hogares de los jóvenes. Esto es problemático -dice el estudio del INEEd- no solo porque no se garantiza el ejercicio del derecho a la educación para un número muy importante de jóvenes, sino porque se compromete la equidad en el ejercicio de ese derecho, y se tiende a reproducir el inequitativo ejercicio de otros derechos.”

El reciente informe Aristas del INEEd suministra información sobre el desempeño en lectura y matemáticas de los estudiantes de tercer año de liceo. Las conclusiones son similares en ambos casos: primero, la mitad de los estudiantes solamente alcanza los niveles más bajos de desempeño y, segundo, existen fuertes diferencias en los niveles de rendimiento reflejando el nivel social y económico de las familias de los estudiantes. En el caso de ambas materias, concluye el estudio, los resultados revelan una gran diversidad de resultados “asociada a las variaciones en el contexto socioeconómico y cultural de los centros y de los estudiantes. En general, la influencia del contexto está presente en las diferencias halladas en el desempeño por región, tipos de curso, extra edad de los estudiantes y sexo. Efectos similares del contexto se observaron en los componentes de habilidades socio emocionales, contexto familiar y entorno escolar, y oportunidades de aprendizaje.”

El sistema, en lugar de compensar y remediar las consecuencias de las diferencias sociales y económicas que, lamentablemente, dividen a los uruguayos, las perpetúa. De dos formas: a través de la deserción y como resultado de su incapacidad para compensar las limitaciones de los jóvenes que provienen de familias con menores niveles de cultura.

El sistema no contribuye al objetivo de conseguir una igualdad de oportunidades, sino que cristaliza las desigualdades que ya existen.

A lo que se suma el desperdicio de materia gris (el principal recurso de cualquier sociedad) porque deja de lado a casi la mitad de los jóvenes y no asegura una enseñanza adecuada para una proporción importante de los demás.

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