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La idea de construir un puerto de aguas profundas sobre la costa argentina del Río de la Plata es de larga data. Basta recordar el proyecto de Punta Médanos y el artículo escrito por Bruno Pellizzetti sobre el Canal Magdalena y el Puerto Profundo publicado en el Boletín del Centro Naval Argentina en el 2000.

La idea de construir un puerto de aguas profundas sobre la costa argentina del Río de la Plata es de larga data. Basta recordar el proyecto de Punta Médanos y el artículo escrito por Bruno Pellizzetti sobre el Canal Magdalena y el Puerto Profundo publicado en el Boletín del Centro Naval Argentina en el 2000.

Más recientemente, en julio de 2013, la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables argentina definió la traza de un nuevo canal proyectado para unir la zona denominada El Codillo del Canal Punta Indio, con las aguas de 12 metros de profundidad próximas a la bahía de Samborombón y la zona de alijo B, pactada en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo.

Esa idea permanece. A fines de abril el presidente Macri anunció la puesta en marcha definitiva de un puerto de aguas profundas localizado en Punta Indio. En esos días se publicó una Resolución de la Agencia de Administración de los Bienes del Estado por la cual el Estado argentino cedió a la Administración Nacional de Puertos Sociedad del Estado un amplio predio que se encontraba en jurisdicción de la Armada de aquel país, ubicado en la localidad de Punta Indio, en la costa de la Provincia de Buenos Aires sobre el Río de la Plata.

En principio, la Resolución establece que el objeto de la transferencia es “la ejecución del proyecto de construcción y localización de un Puerto de Aguas Profundas, que complemente y aumente el volumen y variedad de la capacidad operativa del Puerto de Buenos Aires”. Ello haría pensar en un puerto especializado en el manejo de contenedores.

Se proyecta que el nuevo puerto “permitirá recibir buques cuyo calado supere los cuarenta y cinco (45) pies, dedicados al transporte de contenedores cargados al máximo, lo que redundará en costos logísticos más bajos, al acercar el buque transoceánico a los orígenes y destinos finales de la carga”. El nuevo puerto, dice, permitiría que los buques operasen a su carga máxima, evitaría demoras por saturación de canales y restricciones de tráfico entre distintas clases de buques. Todas estas circunstancias, dice la resolución, “generan una limitación sensible y actual al crecimiento del Puerto de Buenos Aires”.

Además, “el desarrollo del proyecto portuario en cuestión resulta de carácter estratégico en el liderazgo regional de la República Argentina con respecto a los puertos de países vecinos (Brasil y Uruguay)”. Una referencia que debería tomarse como un reconocimiento del buen desempeño del Puerto de Montevideo y otros puertos de nuestro país.

Sin embargo, aunque la Resolución pone énfasis en el movimiento de contenedores, luego expresa que “las cargas que podrían operarse son contenedores, cargas de proyecto, granos, mineral de hierro e hidrocarburos”. Es decir, el nuevo puerto proyectado “sería un puerto multipropósito con profundidad suficiente para cargar los buques de mayor tamaño existente a la fecha a nivel mundial a calado máximo”. Es el Puerto de Aguas Profundas.

El proyecto es un emprendimiento de largo plazo que plantea importantes desafíos de ingeniería, económicos y comerciales. Pero Argentina dispone de las cargas y de los recursos necesarios para emprenderlo. De llevarse a cabo, cambiará el eje de la navegación comercial del Río de la Plata.

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Juan Oribe Stemmer

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