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"Revolcón económico"

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Juan Oribe Stemmer
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Maduro declaró que había ganado la elección presidencial "en buena lid". Proclamó que el resultado representó para el chavismo la "victoria más grande y más legítima" y prometió a sus compatriotas que crearía una comisión presidencial, con el fin de darle "un revolcón económico" al país.

Aunque los venezolanos han estado sufriendo un gran revolcón económico desde hace mucho tiempo, primero por mano de Chávez y ahora por la de su sucesor.

La tasa de inflación de Venezuela, de las más altas del mundo, podría llegar a con 15.000 % este año. La política económica parece reducirse a decretar sucesivos aumentos del salario mínimo a la zaga de una hiperinflación desbocada. A principios de mayo se decretó un incremento del 95 % respecto del aprobado el 1º de marzo, dos meses antes. Un estudio de la BBC concluye que durante los 19 años que dura la Revolución Bolivariana, se decretaron en total 44 aumentos del salario mínimo. Desde que Maduro fue elegido presidente, en el 2013, fueron decretados 24 aumentos. El reciente incremento es el noveno desde enero de 2017. A medida que se acelera la inflación los aumentos del salario mínimo se hacen más frecuentes. Y cada vez sirven menos.

El salario mínimo sumado al bono de alimentación asciende a la interesante suma (sobre el papel) de 2,55 millones de bolívares. Con ese dinero, las familias pueden comprar: 1 lata de atún de 140 gramos (cuyo precio es de aproximadamente 1,1 millones de bolívares); un kilo de papas (679.995 bolívares); una docena de huevos (526.000 dólares) Y le sobrará más o menos para comprarse un rollo de papel higiénico (344.000 bolívares). En dólares, el salario mínimo a la tasa oficial asciende a USD 37,11. En cambio, si se utiliza la tasa de cambio en el mercado negro, ascenderá solamente a USD 3,6.

Las autoridades chavistas arguyen que los frecuentes aumentos del salario mínimo son un escudo contra una guerra económica impuesta por la oligarquía y el FMI. A esta altura del partido, ninguna persona más o menos informada y objetiva puede aceptar semejantes patrañas del dictador de una de las naciones con las mayores reservas petroleras del planeta.

Claro, el problema es que las desatinadas políticas del chavismo, primero, y de los maduristas, después, han desmantelado la infraestructura de la otrora poderosa industria petrolera venezolana. Una de las consecuencias de esas medidas ha sido la emigración masiva de los técnicos que mantenían fluyendo el oro negro venezolano.

La magnitud de la emigración es revelada por la Agencia de las Naciones Unidas para las Migraciones. El número de venezolanos que residen fuera de su país aumentó de 700.000 en el 2015 a 1,6 millones en el 2017. Gran parte de esos emigrantes se dirige a nuestra región. La cantidad de venezolanos residiendo en los demás países de América del Sur pasó de 89.000 personas en el año 2015 a 900.000 en el 2017. En el mismo período el número de venezolanos en los países de América Central y el Caribe, pasó de 50.000 personas a 100.000 personas. Los pedidos de asilo presentados por venezolanos en los Estados Unidos aumentaron 168 por ciento entre el año fiscal de 2016 y el de 2016.

Entretanto, Venezuela ocupa el lugar 169 en el índice de percepción de corrupción elaborado por Transparencia Internacional. Todo cierra.

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