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Retorno al buen camino

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JUAN ORIBE STEMMER
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La política exterior del gobierno del Frente Amplio estuvo teñida por un enfoque ideológico populista y se caracterizó por su vergonzante apoyo a Venezuela.

Esa pasión por los despotismos de izquierda no llegó a conducir al Frente Amplio a dar su entusiasta apoyo al kirchnerismo porque se lo imposibilitó la indignación que causó en nuestro país la crisis de la papelera. Pero las ideas “nacionales y populares” tan características de la ex presidente argentina, encontraron tierra fértil en parte del gobierno anterior.

El nuevo gobierno está volviendo a una política exterior fundada en la historia y los intereses reales y materiales básicos del país. Ello significa abandonar las alianzas ideológicas superficiales que, para peor, están cayendo en pedazos. Basta mencionar los casos de Ecuador y Bolivia. El progresismo real ha demostrado su verdadera naturaleza en la dictadura venezolana y en el autoritarismo nicaragüense.

El ministro de Relaciones Exteriores anunció tres medidas trascendentales: el Uruguay abandona la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), interrrumpe el procedimiento de retiro del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), y la primera Misión Oficial que realizará el Ministro será a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) el próximo setiembre.

La decisión de abandonar la UNASUR significa reconocer los hechos. Este organismo subregional ha dejado de existir hace tiempo. Decimos que es subregional porque deliberadamente excluyó a México y toda América Central (que, pensamos, también son latinoamericanos).

El tratado constitutivo de la UNASUR fue suscrito en Brasilia en el año 2008. En su momento de auge - debidamente lubricado por el petróleo chavista - la organización incluyó a 12 países sudamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela,

La UNASUR fue protagonista de uno de los peores momentos de la diplomacia uruguaya en mucho tiempo: la decisión de suspender a Paraguay en junio de 2012. Fue entonces que, como para mejorar el desastre, el presidente Mujica decidió justificar lo injustificable declarando que lo político está por encima de lo jurídico. Los miembros de la UNASUR la han abandonado rápidamente. Con el retiro de Uruguay solamente persisten Bolivia, Guyana. Surinam y Venezuela, Bolivia está considerando seguir el resto de la región y denunciar el tratado constitutivo.

EL TIAR es un tratado regional suscrito en 1948 que establece un sistema de seguridad colectiva cuyo objetivo es, estipula el tratado, “asegurar la paz por todos los medios posibles, proveer ayuda recíproca efectiva para hacer frente a los ataques armados contra cualquier Estado Americano y conjurar amenazas de agresión contra cualquiera de ellos”. Los Estados miembros condenaron la guerra y se obligaron a no recurrir a la amenaza ni uso de la fuerza en sus relaciones internacionales, en cualquier forma incompatible con las disposiciones de las Naciones Unidas. El Uruguay tiene un claro interés en fortalecer este tipo de acuerdos.

La decisión de poner nuevamente énfasis en la OEA nos hace retornar a un regionalismo amplio y también es aplaudible.

Volvemos al camino de la sensatez.

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