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La resaca

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Después de la fiesta viene la resaca. Los políticos del Reino Unido responsables del desafortunado referéndum deberán enfrentar ahora las consecuencias de su falta de visión.

Después de la fiesta viene la resaca. Los políticos del Reino Unido responsables del desafortunado referéndum deberán enfrentar ahora las consecuencias de su falta de visión.

La consulta despertó un gran interés en la sociedad del Reino Unido. Con un sistema de voto no obligatorio, el referéndum atrajo el 72,2% de los votantes registrados. Los partidarios de permanecer en la Unión Europea reunieron 16,1 millones de votos (48% de los sufragios), los partidarios del Brexit (Britain exit o salida de Gran Bretaña) cosecharon 17,4 millones de votos (52%).

Las encuestas revelan una clara diferencia entre el perfil de los votantes de una y otra opción. Los partidarios del Brexit, tendieron a ser personas con un nivel de ingresos y de enseñanza más bajos y de mayor edad. Los partidarios de permanecer por lo general eran personas en una mejor situación económica, mejor educación y más jóvenes.

Quienes votaron a favor del Brexit tuvieron sus buenos argumentos. Pero el factor principal fue el miedo: el temor por la inmigración (a pesar de que se ha señalado que los inmigrantes provenientes de la Unión Europea solamente representan parte de la inmigración total, y son esenciales para la economía y el buen funcionamiento de los servicios en la Gran Bretaña), el resentimiento contra lo que se percibe como una remota burocracia europea anidada en su torre de marfil en Bruselas, y el difuso temor a la globalización y la apertura al mundo. A lo que, quizás, debería sumarse el descontento con muchas de las políticas aplicadas por el actual gobierno conservador, por ejemplo, contra el Seguro Nacional de Salud.

Lo más grave es la distribución geográfica del voto.

El Brexit obtuvo más de la mitad de los votos en toda Inglaterra (con una excepción clave) y el País de Gales. En contraste, la moción favorable a permanecer consiguió el 62% de los sufragios en Escocia, el 55,8% en Irlanda del Norte y el 59,9% en Londres.

La consecuencia es que el triunfo del Brexit probablemente desencadenará fuerzas centrífugas que han estado latentes en el Reino Unido. Algo que, posiblemente, contribuirá a impulsar fuerzas similares que existen en otros países europeos (por ejemplo en Cataluña).

Escocia dio la primera señal.

Apenas conocido el resultado, la primer ministro de Escocia (que es parte del Reino Unido, pero tiene su propio Parlamento con competencias limitadas), Nicola Sturgeon, advirtió que “Escocia -como Londres e Irlanda del Norte- votaron por abrumadora mayoría a favor de permanecer en la Unión Europea”. Y continuó: “como Primer Ministro de Escocia tengo el deber de responder -no solamente ante el resultado en todo el Reino Unido- sino también y en particular a la decisión democrática tomada por el pueblo de Escocia”. Sturgeon dijo que, tal como están las cosas, Escocia se enfrenta al prospecto de tener que retirarse de la Unión Europea en contra de la voluntad de su gente. Algo que considera democráticamente inaceptable. Por lo tanto, anunció, su gobierno comenzará a preparar legislación para un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia.

En el referéndum celebrado en septiembre de 2014, los partidarios de la independencia de Escocia consiguieron el 44,7% de los sufragios. Si se convocara a un nuevo referéndum, esta vez tendrían buenas posibilidades de ganarlo.

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Juan Oribe Stemmer

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