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Océanos en peligro

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JUAN ORIBE STEMMER
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La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) presentó el estudio “Panorama de los océanos, mares y los recursos marinos en América Latina y el Caribe. Conservación, desarrollo sostenible y mitigación al cambio climático”, elaborado por ese organismo con el apoyo del Gobierno de Noruega.

Los tiempos no son propicios para un informe de este tipo, sobre un tema ambiental y con una mirada de largo plazo. Los autores comienzan reconociendo que la pandemia ha descarrilado los proyectos de este año para mejorar la protección de los océanos. La Conferencia sobre los Océanos, que debió haberse realizado del 2 al 6 de junio en Lisboa, fue aplazada por las Naciones Unidas que resolvieron que los coanfitriones de la Conferencia, Kenia y Portugal, en consulta con la Asamblea General, decidirán las posibles fechas futuras.

Es natural opinar que las urgentes realidades de la epidemia global deberían dejar en un segundo plano los problemas ambientales y las dificultades que impiden el desarrollo sustentable de los espacios marítimos y sus recursos. Sin embargo, esa amenaza global también demuestra que los seres humanos no controlamos nuestro entorno tanto como nos gusta pensar y que la Naturaleza puede volverse en nuestra contra con sorprendente agilidad. La destrucción del medio ambiente marino y la sobreexplotación de sus recursos son, es cierto, procesos muy lentos. Pero también son procesos acumulativos, muy difíciles de detener o remediar, si no se actúa a tiempo.

El antecedente de la Conferencia era la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada en el 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El Objetivo 14 de ese Plan de Acción es “Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. Para conseguir este objetivo será necesario prevenir y reducir significativamente la contaminación marina, gestionar y proteger sensiblemente los ecosistemas marinos y costeros, reglamentar eficazmente la explotación pesquera y “conservar al menos el 10 % de las zonas costeras y marinas”.

El informe de CEPAL concluye que prácticamente todas las metas que deberían haber sido alcanzadas para el 2020, no han sido logradas y que la mayoría requiere esfuerzos más importantes. Existen aspectos regionales que, debido a su importancia socio-ecológica deben ser priorizados con políticas urgentes y programas de monitoreo, tales como la pesca sustentable.

El único objetivo que parece haberse cumplido en nuestra región es el de crear áreas protegidas. Nuestro país ha hecho progresos importantes en esta materia con el establecimiento de varias áreas naturales protegidas costeras que abarcan espacios terrestres y acuáticos.

Hay varios problemas ambientales que se refieren a nuestros intereses marítimos (incluyendo la contaminación y la pesca fuera de las 200 millas). Sin embargo, el desafío más urgente, aunque sea un tema en principio fluvial, es el emisor subacuático que construye Argentina en el Río de la Plata. La actitud del Uruguay, en este caso, no ha sido todo lo diligente que debería haber sido. Es necesario establecer un marco jurídico bilateral para el monitoreo del emisor. Los instrumentos jurídicos internacionales (tratado de 1973), y la experiencia práctica (en el río Uruguay) ya existen.

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