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Una masacre y dos fracasos

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Se cumplen dos décadas de la matanza de refugiados en las afueras de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina, una de las repúblicas que conformaron el Estado de Yugoslavia hasta su independencia en 1995.

Se cumplen dos décadas de la matanza de refugiados en las afueras de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina, una de las repúblicas que conformaron el Estado de Yugoslavia hasta su independencia en 1995.

Entre el 11 y el 14 de julio de 1995, las milicias serbio-bosnias eliminaron, en forma sistemática y deliberada, a alrededor de 8.000 hombres y jóvenes bosnios de fe islámica que habían buscado asilo en un refugio próximo a Srebrenica. Se suponía que allí estarían a salvo, protegidos por las Naciones Unidas.

Las Naciones Unidas, los países europeos y los Estados Unidos sabían lo que estaba sucediendo. No hicieron nada para contener la masacre. Las ejecuciones tomaron tres días y fueron realizadas con las armas más elementales: fusiles Kalashnikov. Con razón se ha señalado que completar semejante faena en apenas cuatro días solamente pudo haber sido posible gracias a una buena planificación de antemano.

La población de Bosnia-Herzegovina estaba dividida en tres grandes grupos étnicos: los bosnio-croatas (de ascendencia croata y de religión cristiana católica), los serbio-bosnios (de ascendencia serbia y de religión cristiana ortodoxa) y un componente importante de bosnios de fe islámica. Los tres grupos habían convivido en mayor o menor armonía desde la época en que esa región formaba parte del Imperio Otomano hasta la Yugoslavia del Mariscal Tito (quien nació en la actual Croacia). Al desmembrarse Yugoslavia (un proceso doloroso que tomó varios años, entre 1993 y 2006), se produjo una guerra civil en Bosnia-Herzegovina durante la cual las milicias bosnio-serbias aplicaron estrategias de limpieza étnica contra los bosnios de fe islámica.

La semana pasada, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sesionó para recordar el episodio. El vicesecretario General de las Naciones Unidas recordó que una de las misiones clave de la organización es prevenir el genocidio pero, agregó luego, el Consejo se reunía ahora reconocer el fracaso de la organización mundial y de la comunidad internacional para prevenir la tragedia de Srebrenica. Y no fue la única tragedia de ese tipo producida en esos años. El genocidio en Ruanda tuvo lugar en 1994.

Desde entonces, la comunidad internacional han aprendido la lección y ha establecido mecanismos para evitar ese tipo de tragedias, en alguna medida al menos. En el 2007, la Corte Internacional de Justicia concluyó que la matanza de Srebrenica constituía un acto de genocidio de acuerdo al Derecho Internacional. El comandante de las milicias serbo-bosnias, Ratko Mladic, está siendo juzgado por el Tribunal Criminal Internacional para la Antigua Yugoslavia, creado por las Naciones Unidas.

Lamentablemente, después de tan sentidos discursos, el proyecto de Resolución presentado en el Consejo de Seguridad no fue aprobado. El resultado de la votación fue de diez votos a favor, cuatro abstenciones (Angola, China, Nigeria y Venezuela) y un voto en contra (la Federación Rusa). Como esta potencia tiene el veto, no la moción finalmente no fue aprobada. Una vergüenza los que se abstuvieron y el veto de Rusia.

Tenemos, entonces, dos fracasos. El primero es el de la comunidad internacional, de no haber prevenir la matanza, el segundo es no haber tenido la honestidad de condenarlo en forma clara e inequívoca, dos décadas después.

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Juan Oribe Stemmer

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