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Los hechos hablan

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Fue Sócrates quien dijo: “Solo sé que no sé nada”. La contracara son quienes no entienden, ni saben y se sienten sabelotodos. Se rigen por la soberbia del ignorante. La que explica los fracasos del latino-americanismo bolivariano.

Con motivo de la proyectada ley de presupuesto quinquenal actualmente en discusión -en estado de histeria- algunos voceros parlamentarios neocomunistas vociferan que el bienestar de los países reside en un Estado obeso. La realidad canta -por el contrario- que ninguna de las economías de mayor desarrollo económico y social del mundo se basa en burocracias ineficientes sino en empresas privadas, asentadas en Repúblicas políticamente libres (Estados Unidos, Japón, Canadá, Holanda, Inglaterra, Suecia, Dinamarca, etc.). Con administraciones públicas proporcionadas, eficientes y honestas.

Un asunto viene a cuento. El proyecto presupuestal en debate ha propuesto eliminar parcialmente el monopolio de Ancap en puertos habilitando a privados vender por sí mismos combustibles, caso especialmente del fueloil a UPM, ANP, y barcos. Unánimemente los operadores vinculados a los negocios alcanzados aprueban la medida. Fortalece la operativa económica portuaria y nacional. La realidad planetaria es irrefutable. En Estados Unidos -primera economía mundial, donde no hay empresas estatales- todas las petroleras que compiten en el mercado son privadas. Igual pasa en Alemania, Japón, Inglaterra, Holanda, etc.

Si atendemos a la cercanía, la soberanía de los pueblos “hermanos” regenteada por empresas petroleras estatales es catastrófica. En Venezuela los bolivarianos se robaron y destruyeron a Pdvsa, monopolio estatal. Y, no contentos con ello fundieron a Citgo, una corporación de Pdvsa constituida en Estados Unidos, que era una de las primeras distribuidoras de combustibles de dicho país. Estados Unidos era también el primer importador de petróleo venezolano. En Brasil bajo la era de los expresidentes populistas “Lula” da Silva -procesado penalmente- y Dilma Rousseff -destituida- el saqueo y la corrupción registrados y probados en Petrobras, causaron daños aún no superados en una empresa monumental, símbolo de la economía brasileña. En Argentina en la era kirchnerista YPF estatal, fue luego privatizada y después otra vez reestatizada en el marco de enormes negocios afectados por la sombra ominosa de la irregularidad. Y entre nosotros, un gobierno que puso a un inepto al frente de Ancap, considerando sus méritos de estar “licenciado” en Cuba (¡en genética!) nos llevó al crac histórico del ente. Lo que entre deudas y capitalización, costó al pueblo uruguayo una pérdida no menor a los 1.500 millones de dólares.

Por estos días en Cuba sus campos son improductivos y sus urbes caen a pedazos. Un pueblo famélico se agolpa y protesta en largas colas por comida, medicamentos, jabón y papel higiénico. La oligarquía militar de los Castro igual vive a lo príncipe. Hay apagones y problemas de agua. La ayer petrolera y rica Venezuela -que bancaba a la isla caribeña- vive circunstancia similar. Ambas estremecen a América Latina con sus millones y millones de emigrantes. Petrobras en Brasil no se ha repuesto de su crisis. Y, ¿Argentina?, nadie sabe adónde va. Sus reservas de gas y petróleo no rinden lo que pueden. ¿Quién inteligentemente puede negar la bondad de una desmonopolización parcial útil?

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