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Gol en contra

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RICARDO REILLY SALAVERRI

Cuando el país conoce su mejor tiempo económico de la Historia, merced al valor de sus productos exportables, a la inversión extranjera directa -promovida sistemáticamente por lo partidos tradicionales y hasta hace un rato combatida y denostada por el Frente Amplio- vemos que los cometidos esenciales y sociales del estado están a la deriva.

La educación pública así anda; la asistencia pública en materia sanitaria lo mismo, siendo perjudicados los menos pudientes; la seguridad de las personas es inexistente y particularmente en Montevideo la mendicidad y la vagancia indigente (hurgadores, cuidacoches, limpia-vidrios, niños comiendo en los contenedores de basura) impactan. Y, así se podría seguir al infinito contando cuentas del rosario, ante una incapacidad de los gobernantes que con riqueza nacional en sus manos, con impuestos confiscatorios de los ingresos personales y los patrimonios materiales, con las arcas llenas, son mentirosos -como te dicen una cosa te dicen la otra- y son un desprestigio de presencia y apariencia cultural y hasta física en el plano internacional contrariando el prestigio que supo tener el Uruguay, administrando su anarquía como corresponde: a los bandazos.

A esta parte de gobierno, suma otra que toca a "los serios". Los que son grandes administradores de las finanzas públicas, que no han hecho nada más que aplicar soluciones que se vinieron consolidando desde el gobierno de Luis Alberto Lacalle en 1990, y por subsiguientes gobiernos que debieron en general remar frente a olas tempestuosamente hostiles de la realidad económica.

"Los serios" han agregado hoy junto a una cancillería sin rumbo, el proceso de entrega de la soberanía nacional y de la libertad de las personas más grande que concebir se pueda.

La que es imperceptible, pero, que está allí y que al igual de cómo se decía por estos sabios que las medidas de la Sra. Kirchner contra la república no iban a producir efectos (pregúntenselo a los miles de compatriotas hoy desempleados por esta causa), nadie crea que las decisiones que por sí y ante sí, vienen tomando las autoridades económicas serán inocuas.

En esta línea están: el levantamiento del secreto bancario por imposiciones de los países ricos; el impuesto a los ingresos brutos (IRPF y el IASS), que son un espionaje en la vida de cada individuo; la sumisión a los mandatos del gobierno argentino con genuflexiones para la foto y beneficio de la Sra. "K", incluidos; el intercambio de datos fiscales con Argentina (incumplidor secular de todos su compromisos internacionales) y Brasil; el impuesto a "la concentración de la tierra"; el quiebre de nuestro sistema de sociedades anónimas para dar información a gobiernos extranjeros de los titulares de acciones; y abreviando, la anunciada bancarización que significa obligarnos a todos a comprar y vender con plástico -tarjetas de débito y crédito- sin dinero, para que el gobierno y los bancos, sepan desde lo que cada uno come, hasta que cosas hace y que pasatiempo tiene.

Cierran así el cerco de la privacidad personal.

Hay mucha gente -argentinos y brasileños- que se jugó a invertir en Uruguay que está hoy indignada. Solo la incapacidad y la tecnocracia sin patria pueden cambiar permanentemente las reglas de juego de un país -hasta ayer estable- por mandato extranjero.

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