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Emisarios y peligros

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juan oribe stemmer
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La política exterior de los Estados suele tener consecuencias directas para la vida interior de las respectivas sociedades. Esto es especialmente cierto en el caso del Río de la Plata.

La relevancia histórica y la magnitud de los intereses esenciales que alberga el Río de la Plata hace que sea importante seguir de cerca la conducta internacional de nuestro país en este escenario geográfico compartido con Argentina.

Sin embargo, parecería que en por lo menos tres temas clave la conducta de la diplomacia uruguaya en el Río de la Plata no solamente ha sido equivocada, sino que no parece haber sido sometida al escrutinio público que merecen estos asuntos. Esta aparente falta de transparencia - de buena gobernanza - rechina porque la sociedad tiene el derecho de ser informada en forma completa, oportuna y veraz sobre estos temas.

Aquellos temas clave bilaterales vinculados al Río de la Plata, que tienen como protagonista a la Delegación Uruguaya y que involucran a la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARU), son los dos emisarios subacuáticos proyectados por Argentina y que se prolongan en las aguas de uso común del Río de la Plata, y las gestiones para incrementar la profundidad del Canal de Acceso al Puerto de Montevideo.

En los tres casos, la sociedad uruguaya -es decir quien paga los impuestos que alimentan a los encargados de actuar en representación de nuestro país- se enteró de las anomalías, para decirlo de una manera diplomática, en forma indirecta como resultado de la preocupación expresada por conocedores de estos temas en la prensa, filtraciones de documentos, o el simple seguimiento de la información abierta en fuentes argentinas.

Así, nos enteramos que nuestros vecinos platenses presentaron en CARP no un proyecto para un emisor subacuático, sino dos (Riachuelo, casi terminado, y Berazategui).

Esa falta de transparencia puede traer consecuencias negativas. Incluyendo que no contribuiría a mejorar la atmósfera de las relaciones con nuestro vecino. La Naturaleza nos impone convivir en el río. Lo aconsejable es, como dice el preámbulo de Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, “sentar las bases de una más amplia cooperación entre los dos Países”. Es necesario tener las cosas bien claras y mantener debidamente informada a la sociedad civil.

No siempre fue así. Lo demuestra el caso de las gestiones para la profundización del Canal de Acceso del Puerto de Montevideo. El problema no fue que Argentina no hubiese dado el visto bueno para incrementar la profundidad del Canal a - 14.00 metros, sino que la Delegación Uruguaya en CARP presentó un proyecto equivocado y, en lugar de proponer - 14.00 metros propuso - 13.00 metros. Más que un error fue un horror. Y fue un horror nuestro.Tenemos bastantes problemas como para empeorar las cosas con falta de información a la sociedad civil.

La conducta de la Delegación Uruguaya en CARP en el caso del primer emisor subacuático fue muy discutible. La información que ha emergido en estos últimos días sugiere que la actuación de la Delegación en el caso del segundo emisor tampoco habría sido brillante y que hemos quedado, otra vez, en una posición desairada.

Han sido acciones de política exterior de corto plazo que, lamentablemente, ya están teniendo consecuencias internas y de largo plazo.

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