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La causa de la causa

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Juan Oribe Stemmer
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El informe “Educación: una reforma impostergable” del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social -CERES- es un aporte valioso al conocimiento de uno de los desafíos más trascendentales para nuestra sociedad.

Con todo, no estoy totalmente de acuerdo con su conclusión final. El estudio se refiere a la enseñanza primaria y la secundaria media y superior, y subraya dos resultados negativos principales del sistema actual: las desfavorables tasas de egreso y el bajo rendimiento de la enseñanza impartida.

La incidencia de esos factores desfavorables es aún más negativa porque tiene un impacto diferencial de acuerdo a la posición social de las familias de los jóvenes.

En el caso de los del primer quintil (las familias con menores ingresos) la tasa básica de egresos en la enseñanza media básica es 59 % del grupo de edades considerado. En la enseñanza media superior la tasa de egresos es el 16 %. En contraste, en el caso de los estudiantes del quinto quintil (las familias de mayores ingresos), las tasas de egreso son, respectivamente, 97% y 78 %.

El rendimiento de la enseñanza puede ser estimado, por ejemplo, mediante las pruebas PISA de la OECD-OCDE. Estas miden la calidad de la enseñanza de una muestra de niños de 15 años de edad. En las últimas pruebas el nivel de suficiencia en nuestro país fue del 40 % y el nivel de excelencia fue del 0,2 %. En cambio, en las economías avanzadas los niveles fueron, respectivamente, 70 % y 3,7 %.

Son datos clave. Si deseamos convertirnos en una sociedad más justa, con un buen nivel de vida para todos sus integrantes, y un sistema avanzado de seguridad social y servicios médicos, necesitamos construir una economía que genere los recursos imprescindibles para alcanzar ese ideal. Para ello necesitamos desarrollar el elemento más valioso en cualquier país: la materia gris de sus habitantes.

“La realidad del sistema educativo” -opina CERES- “es una fuerte restricción para el desarrollo económico y social del Uruguay: un mal sistema educativo se refleja en menor crecimiento económico, peores condiciones laborales y mayor pobreza.

Es insuficiente la cantidad de personas con enseñanza secundaria y terciaria completa en las generaciones más jóvenes.” CERES concluye que “Más de 70% de los estudiantes que ingresan en el ciclo básico no reciben una formación acorde a las necesidades actuales y futuras”.

El objeto del estudio de CERES es el sistema de la enseñanza y, lógicamente, su análisis de las causas se concentra en éste. Sin embargo, pienso, que la verdadera causa del estado calamitoso de nuestra enseñanza es externa al sistema en mismo.

Algún amigo de las estadísticas debería, algún día, enumerar los estudios sobre la enseñanza completados, digamos, desde los sólidos informes elaborados durante los gobiernos blancos de la época del Colegiado, hasta ahora. Estoy seguro de que, puestos uno sobre otro, formarían una columna de papel de más de un metro de altura.

Los uruguayos no tenemos la excusa de que no sabemos lo que sucede con el sistema de la enseñanza.

La verdadera causa del actual estado de cosas es la ausencia, durante décadas, en la sociedad, de una voluntad lo suficientemente difundida y exigente de reformar el sistema de la enseñanza.

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