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Un asunto político

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JUAN ORIBE STEMMER
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El proyecto de una empresa china para instalar un puerto pesquero en Punta Yeguas ha sido tratado como un tema de ordenación territorial o ambiental que solamente debería interesar a la Intendencia Municipal de Montevideo y, quizás el Ministerio de Medio Ambiente.

Sin embargo, esta visión minimalista desconoce que todo el asunto tiene serias implicaciones de gestión pesquera, jurídicas y políticas en una escala nacional y regional.

La prensa ha dado información en términos muy generales sobre la propuesta. Entretanto, el gobierno ha hecho gala de un muy discreto silencio sobre el proyecto.

El puerto pesquero chino habría de recibir unos 200 pesqueros de bandera de ese país (además de buques de hasta 50.000 toneladas, lo que llama un poco la atención), incluiría un muelle de 800 metros de longitud y 60 metros de ancho. Sus instalaciones incluirían facilidades para el mantenimiento y reparación de buques, instalaciones para recibir, procesar la captura y transferirla a buques congeladores que transportarían los productos a China. Todo envuelto en una zona franca. Lo que conduce a la pregunta de si acaso el régimen jurídico de este puerto privado no sería aún más conveniente que el que rige en el caso del Puerto de Montevideo.

Otra vez, porque parecería que no todos están al tanto de ello: la ANP está invirtiendo mucho dinero en un futuro puerto pesquero en Capurro. Existe un conjunto de empresas operadores portuarias que suministran servicios e insumos a los buques pesqueros que concurren a Montevideo. ¿Cuál sería el impacto de esta base logística privada china sobre el Puerto de Montevideo y todas las actividades que se desarrollan en su entorno? Un aspecto del proyecto que no ha sido explicado es qué pescarán y dónde operarán esos 200 pesqueros.

La presencia de China en el Atlántico sudoccidental ha aumentado sustancialmente en los últimos años. De acuerdo a los datos más recientes de FAO, los buques de ese país pescan en torno del 20 % de las capturas totales en esta región. En contraste, las capturas de las flotas de pesca de Argentina y Uruguay han tendido a disminuir. Algo que debería llamar la atención.

Y aquí entra a jugar la geografía del nuestra región oceánica.

Los ecosistemas pesqueros del Atlántico sudoccidental austral se extienden mar afuera del límite exterior de la zona económica exclusiva de la República Argentina. Esta característica crea serios problemas de manejo para nuestro vecino. Una verdadera ciudad flotante de pesqueros de terceros países opera a partir de la milla 201 (cuando no entran furtivamente en la ZEE argentina). Parece razonable pensar, entonces, que parte de los buques chinos que se piensa acoger en el futuro puerto privado pertenecerán a esa flota extra-regional.

Y ello significaría que el Uruguay, como país del puerto, estará apoyando una actividad que perjudicaría legítimos intereses (cuando no derechos) de un país hermano. Algo que seguramente, en algún momento, contribuirá a complicar nuestras relaciones bilaterales. Para no mencionar las relaciones con los demás ribereños del Atlántico sudoccidental.

La experiencia y el sentido común sugieren que el verdadero arte en las relaciones internacionales, no es tanto saber resolver los problemas que surgen sino tener la inteligencia para evitar que se produzcan.

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