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El ancho mundo

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Juan Oribe Stemmer
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El 8 de marzo se suscribió en Santiago de Chile el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (Cpttp).

Las Partes de este acuerdo multilateral son: Canadá, México, Chile, Perú, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Australia y Nueva Zelanda. El acuerdo permitirá eliminar los aranceles del comercio recíproco entre un 65% y un 100%.

Para Chile, el tratado es la culminación de una hábil y metódica política mantenida por sucesivos gobiernos de distinto color político. Ese país pertenece a la Alianza del Pacífico, junto con México, Perú y Colombia, y tiene 26 acuerdos de libre comercio con 64 países que suman el 85% del PBI mundial y el 60% de su población.

No le ha ido nada mal.

Chile ocupa el lugar 38 en el Índice sobre el Desarrollo Humano del PNUD. Para tener una idea, la República Argentina ocupa el lugar 45, nuestro país el lugar 54 y Brasil el lugar 79. Seguramente existe una relación entre la mejor posición ocupada por Chile en el Índice y la política de sus gobiernos de insertarse en los mercados globales.

Entre tanto, aquí continuamos debatiendo sobre si es conveniente ratificar el acuerdo de libre comercio con Chile. Algo que debería sorprender en un país de apenas 3.4 millones de habitantes, con un mercado interno minúsculo y una economía dependiente de las exportaciones. Es evidente que la única estrategia viable para impulsar el desarrollo económico y social del Uruguay es integrarnos en el mundo exterior.

En su discurso al asumir el cargo de ministro de Relaciones Exteriores, Nin Novoa afirmó que su propósito era impulsar "una política de Estado en donde quepan todas las opiniones, todos los puntos vista y donde se puedan volcar los matices que serán al fin y al cabo los que nutrirán nuestra acción". También dijo: "Hace mucho tiempo que no existe espacio para un Uruguay ensimismado y de fronteras adentro, cerrado al mundo y con pretensiones de autarquía. Tampoco los procesos de integración de los que seamos parte pueden apostar al encerramiento".

Tres años después, ¿qué se ha hecho para establecer un diálogo nacional y conseguir los imprescindibles acuerdos comerciales?

El año pasado el Frente Amplio debatió la ratificación del tratado de libre comercio con Chile. No fue posible conseguir un acuerdo y se aprobaron dos informes: uno a favor y el otro en contra (apoyado por Casa Grande y el Partido Comunista). A principios de marzo un grupo de trabajo presentó un documento sobre acuerdos comerciales a la Mesa Política del Frente Amplio. Uno de los autores fue el subsecretario de Relaciones Exteriores. El informe fijó un conjunto de precondiciones para los acuerdos tan amplio que, en la práctica, representa un obstáculo insalvable para siquiera iniciar una negociación.

El gobierno no ha sido capaz de construir una política exterior de Estado fundada en un amplio consenso nacional.

Lo que tenemos es un bloqueo en el seno de la coalición gobernante, entre los pragmáticos, partidarios de integrar a nuestro país en el amplio mundo exterior, y los aislacionistas que encastillados en su enrarecida estratósfera ideológica se oponen a la apertura. Esas fuertes diferencias ideológicas internas paralizan la acción del gobierno y perjudican seriamente a todo el país.

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