Publicidad

Votar en Montevideo

Compartir esta noticia

Juan Martín Posadas

La campaña electoral para las elecciones municipales parece más sencilla en Montevideo que en otros departamentos. Es cierto que los problemas y el deterioro de la capital son gigantescos, pero la campaña se presenta simple: bastaría una pregunta.

Cuando el Frente agarró la Intendencia de Montevideo -veinte años atrás- el presupuesto municipal eran 80 millones de dólares: ahora supera los 300 millones, cuatro veces más. Todos hemos leído estos días que la contribución inmobiliaria, tanto a nivel de grandes propiedades como de casas modestas, es mucho más alta en Montevideo que en Milán o París (ni hablar de Buenos Aires o Santiago). El grueso de los ingresos municipales va a sueldos y gastos de funcionamiento; para obras casi nada (las cifras están disponibles pero basta con mirar la ciudad).

La campaña electoral en el caso del Partido Nacional se reduce a preguntarle a los montevideanos ¿quieren seguir pagando tanto a cambio de tan poco? Hemos tenido en Montevideo dos períodos de Arana. En medio de la mayor crisis económica del país (en la que sólo los trabajadores privados sufrieron las consecuencias como dijo Mujica) el arquitecto concedió generoso aumento a los municipales. Después no cumplió; los trabajadores entablaron pleito, lo ganaron (naturalmente) y los montevideanos hemos estado pagando más de 30 millones de dólares por orden judicial y por gracia de Arana.

Luego vino Ehrlich. Debió haber sido Rosadilla, pero tironeos internos del Frente lo desplazaron. Ehrlich aceptó postularse a un cargo para el cual no tenía preparación alguna a fin de solucionar el lío interno del Frente.

Este buen hombre se inauguró con esa inmoralidad: aceptar un cargo para el que era incapaz, no para servir a los montevideanos sino para emparchar forcejeos internos de su partido. Tan mediocre fue su desempeño que no le dieron segunda chance. Lo más memorable de su gestión fue el bochorno que nos infligió al distinguir como ciudadano ilustre de Montevideo al pederasta que gobierna Nicaragua. (Aprovecho para agradecer a las mujeres -muchas frenteamplistas- que impidieron con su protesta que dicha basura ensuciara con su presencia la transmisión del mando).

Da la impresión que hubiera montevideanos que piensan su voto como afirmación de progresismo, o prueba de ser personas modernas. ¿Por qué no piensan más bien en elegir alguien serio para gobernar la ciudad?

Sendic es (y será para siempre) el padre de aquella famosa frase reveladora de lo que opina el Frente Amplio sobre el votante montevideano. Dijo: no se compliquen tanto para seleccionar nuestro candidato; ponemos un ropero o una heladera y sale igual. Revelación luminosa de que el votante montevideano está considerado como definitivamente domesticado, que ha abdicado de su facultad de elegir y que votará lo que le pongan delante: Arana, Ehrlich, una heladera o Ana Olivera. (Tampoco ella era la designada original: era Martínez. Pero, por necesidades internas del Frente -otra vez lo mismo- quedó Olivera).

La campaña electoral, como digo, es de una sola pregunta ¿Van a consentir los montevideanos en seguir pagando tanto por todo eso? En caso de respuesta afirmativa muy poco se podrá hacer por Montevideo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad