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Viejos recortes

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JUAN MARTÍN POSADAS
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El calor del verano, sobre todo en este febrero tan caliginoso, afloja el músculo y despierta los recuerdos.

Sentado a la sombra reviso viejas carpetas con recortes de prensa que he ido acumulando a través de los años. Llego a un recorte -¡qué coincidencia!- de otro verano; es una columna de Carlos Maggi en El País del domingo 15 de enero del año 2015 y se titula “Mujica contra los mujiks”. Tengo varios pasajes subrayados.

Actualmente, en estos tiempos que corren, Mujica me irrita cada vez más, me indigna, me parece un personaje francamente dañino. Maggi confiesa en ese texto cuánto se equivocó respecto a Mujica y empieza transcribiendo citas del Mujica inaugural. “Para mí -habla Mujica y transcribe Maggi- gobernar empieza por crear las condiciones políticas para gobernar. Y gobernar, para generar transformaciones hacia el largo plazo, es más que nada crear condiciones para gobernar 30 años con políticas de estado. Hace rato que todos aprendimos que las batallas por el todo o nada son el mejor camino para que todo se estanque”.

Maggi introduce a continuación otra cita pero de otra fuente (que también subrayé): “Luis Alberto Lacalle dijo: El discurso de Mujica rompió los moldes ideológicos de la izquierda tradicional” (fin de cita).

Más adelante Carlos Maggi vuelve a las citas textuales de Mujica cuando este agrega: “De verdad queremos terminar con la indigencia: que la gente tenga trabajo. Queremos seguridad para la vida cotidiana: salud y previsión social bien humanas. Nada de esto se consigue a los gritos. Basta mirar a los países que están delante nuestro en esta materia y se verá que la mayor parte de ellos tienen una vida política serena, con poca épica, pocos héroes y pocos villanos. Más bien tienen políticos que son honrados artesanos de la construcción”.

¿A dónde habrá ido a parar todo eso que convocó la admiración de Maggi? No queda nada en el Frente Amplio; ni en el de ahora ni en el de antes, donde solo apreciaron de Mujica sus cualidades de cazador de votos. Y tampoco queda nada de eso en el Mujica de hoy.

En un Frente Amplio, que hoy deambula por la escena política como un gigante descabezado, mostrando los rasgos que Antonio Machado veía en su España “vestida de carnaval, pobre, escuálida y beoda para que no acertara la mano con la herida”, Mujica podría haber sido el interlocutor ideal para el diálogo necesario del Frente con el nuevo gobierno de coalición.

Pero Mujica ha abdicado de sí mismo. Creó un personaje mediático exitoso y se ha dedicado a ser ese personaje: ahora es la estrella de Kusturica (como Maradona, a quien el serbio también le hizo una película).

Podría haber sido el orientador de la izquierda local si no fuera porque su actual no importarle nada de nada ni de nadie lo hace más espectáculo que sustancia y, en ese constante desabrocharse de cualquier respeto, su palabra se convierte en letra de murga y poco más.

La vejez -pienso- es impiadosa, no tiene misericordia. Luego advierto que yo tengo exactamente la misma edad que Mujica. Espero que lo poco que me queda por decir sirva en algo para consolidar el Uruguay que viene.

Y si no ¡que me hagan callar!

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