Publicidad

Tropiezos y empujones

Compartir esta noticia
SEGUIR
juan martín posadas
Introduzca el texto aquí

En estos días que corren la atención de la opinión pública está acaparada por dos asuntos: el plebiscito sobre la LUC y la invasión rusa a Ucrania. No obstante ese justificado acaparamiento algunos hechos estimulan a prestarles atención también a ellos.

La administración de justicia en nuestro país, en términos generales, es buena, es honesta. Eso quiere decir que los jueces no son venales: se pueden equivocar como cualquiera, pero no se venden. Sin perjuicio de este reconocimiento ha habido casos que requieren señalamiento. Dos tipos de casos, como se verá.

Los jueces trabajan (juzgan) dentro de parámetros o de normas que ellos no han producido: las produce otro poder, el Poder Legislativo. Dentro de esos límites cabe un espacio de subjetividad: hay jueces más severos y otros no tanto. En ese espacio de subjetividad incide la percepción del juez acerca de los estados de opinión pública referidos a lo que, para esta sociedad, es tolerable o directamente inaceptable. Los jueces uruguayos juzgan en el Uruguay de hoy y no en el vacío. Es normal.

Pero se han dado casos en los cuales la referencia a estados de opinión ha arrastrado a los jueces, desplazando a sus sentencias del eje de equilibrio necesario para juzgar con equidad. Veamos.

Todos tenemos presente el reciente caso de la denuncia de una violación grupal, hecha por una mujer, grabada por alguno de los actores de reparto y difundida en un programa de radio. Coexiste en nuestro ambiente local un estado de opinión pública de extrema sensibilidad hacia los temas de la condición de la mujer, sus problemas y sus reivindicaciones. Ese ambiente público llevó a un alocado apresuramiento de fiscal y juez para disponer orden de allanamiento del domicilio del periodista responsable por la difusión de la grabación y secuestro de su teléfono celular. A causa de eso el Fiscal de Corte se vio obligado a lo que en campaña llaman recular en chancletas. Fue un papelón. Sí, pero hay tres personas presas…

El otro capítulo de casos en que jueces fueron apabullados por el estado de la opinión pública es el que refiere a algunas condenas por violaciones a los derechos humanos en la dictadura.

Después de la salida del período militar, a medida en que la sociedad iba conociendo las graves violaciones a detenidos cometidas en los cuarteles a manos de personal militar, se fue consolidando una fundada indignación popular. Ese estado de ánimo colectivo no tuvo el paroxismo que ciertos actores políticos le quisieron atribuir (recuérdese la Ley de Caducidad ratificada posteriormente en dos plebiscitos) pero existió. Y hubo jueces que se dejaron arrastrar. No todos los jueces ni en todos los casos. Como las generalizaciones son odiosas no tengo más remedio que especificar. Me refiero a la condena del Gral. Dalmao, sin pruebas, sin testigos, solo en base a dichos y de oídas. Fiscal Mirta Guianze, juez, Dolores Sánchez. (Más casos en mi ar-tículo “Condena Injusta”: VOCES, marzo 2021).

En estos casos de errores judiciales (injusticias) como los que he reseñado la crítica inmediata y primaria cae sobre los actuantes jueces y fiscales. Está bien. Pero se olvida o se soslaya algo mucho más maloliente. En la orilla de todos estos casos aparecen los que dan manija. Nunca buscan justicia (como proclaman a voz en cuello); siempre es otra cosa. O es venganza o es el aprovechamiento de la situación para obtener rédito político.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumJuan Martín Posadas

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad