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¿De qué se trata?

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JUAN MARTÍN POSADAS
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El Frente Amplio no tiene una idea clara de los motivos de su derrota electoral; lo que se ha conocido como su autocrítica es casi infantil.

A su vez quienes ganaron la elección tampoco parecen haber entendido del todo por qué ganaron; harían bien en profundizar cómo y por qué perdió votos el Frente porque eso tiene algo que ver con su victoria.

El primer gobierno de Vázquez fue un gobierno con mayorías absolutas y ganado en primera vuelta. El FA había ido conquistando los sindicatos, la Universidad, la enseñanza, la cultura, el relato del pasado y, finalmente, había ganado el gobierno. Con todo eso en la bolsa se sintieron dueños del Uruguay y pasaron a gobernar como dueños. No aceptaron ninguna Comisión Investigadora, se llevaron por delante resultados de consultas populares (Ley de Caducidad reafirmada en dos plebiscitos), colonizaron todos los puestos de gobierno, y como dato pintoresco (entre otros pero elocuente), se autorizaron a sí mismos a conceder avales truchos al caballero de la derecha para un remate trucho de aviones. El hecho es que una parte importante del Uruguay se fue separando de un Frente Amplio tan avasallante y tan ganador. Creo que por ahí anda un punto clave en la explicación de su derrota electoral.

El Frente busca ahora recuperarse de la derrota, quiere volver atrás a los tiempos de su centralidad y apogeo: en todos sus planteos y reclamos actuales está presente esa urgencia. Por su lado el actor central de la nueva configuración electoral -el Partido Nacional- ganó las elecciones porque mostró una propuesta (o un designio) de no volver atrás. A ningún atrás. Ni al Uruguay frentista de ayer ni al Uruguay del Herrerismo gobernante de hace 30 años, aunque ese gobierno haya sido muy bueno. Sobre esto y para entenderlo acabadamente tienen que reflexionar quienes rodean al Presidente Lacalle Pou.

La epidemia del coronavirus trastocó los planes del actual gobierno prácticamente antes de empezar su gestión. Pero, a la vez, permitió mostrar desde el comienzo qué era lo que había quedado atrás por obra del resultado electoral. Eso está condensado en la propuesta de libertad responsable, formulada más tarde, abrazada por la mayoría de la población y contrapuesta a la cuarentena obligatoria, desechada y desprestigiada: la libertad frente al control y al dominio. Los que se siguen pensando a sí mismos como dueños y custodios del Uruguay han perdido hoy ante la opinión pública más feo que ayer cuando perdieron las elecciones: la popularidad de Lacalle Pou supo llegar hasta el 70%. Esto es lo que debe trabajar el discurso político actual de la coalición de gobierno.

La Ley de Urgente Consideración, que será puesta a prueba el mes que viene, es un conjunto de artículos (ciertamente heterogéneo) pero abriga una versión reformulada del discurso esencial: una era ha quedado atrás. Se ha abierto otra instancia para que el 27 de marzo el Uruguay vuelva a reiterar lo que expresó con su voto en las elecciones pasadas.

Es correcto recorrer el país defendiendo los artículos impugnados de la LUC, apartando cucos y desmontando falacias. Pero no hay que quedarse en el menudeo: detrás de eso está la tarea grande, la que inspiró la campaña electoral y dio la victoria electoral: dejar atrás un Uruguay y hacer lugar, no a un Uruguay nuevo y sin pasado, sino al Uruguay de siempre: pero más libre, más suelto, más osado, más solidario y más alegre. De eso se trata.

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