Publicidad

... Y tocaba el piano

Compartir esta noticia

Hay asuntos de los cuales nunca se habla; eso lleva a que el observador ingenuo crea que no existen. Me refiero a los servicios de Inteligencia y al espionaje. En nuestro país han comenzado a suceder cosas que indican un poderoso aumento de la actividad en ese mundo tenebroso y oculto.

Hay asuntos de los cuales nunca se habla; eso lleva a que el observador ingenuo crea que no existen. Me refiero a los servicios de Inteligencia y al espionaje. En nuestro país han comenzado a suceder cosas que indican un poderoso aumento de la actividad en ese mundo tenebroso y oculto.

De algunas sabemos algo, de otras sospechamos y de las más no tenemos ni idea. Sabemos que un funcionario de la embajada de Irán -que fue fotografiado en la sede del Frente Amplio y de quien se conservan fotos de su paso por Buenos Aires- pasó con su auto frente a la embajada de Israel justo en el momento en que allí aparecía una valija con una bomba. Se le pidieron explicaciones a la embajada de Irán y de allí contestaron que había sido una casualidad, ya que ese funcionario se atiende en La Española que está al lado. A los dos días el diplomático iraní dejó el país. Nuestro canciller -que se había enterado de todo eso recién cuando lo publicó un diario local de Israel- le expresó al embajador iraní que consideraba esa casualidad como inadmisible (dejándonos sin saber cuáles serían las casualidades admisibles).

En la otra orilla del Plata hay un lío fenomenal -con acusaciones cruzadas, suicidios y destituciones- en torno a los atentados a la AMIA y a la embajada de Israel en Buenos Aires, y las sospechas de participación de altos funcionarios del gobierno de Irán. En el Congreso argentino se han mencionado reuniones secretas en Montevideo de los servicios de inteligencia iraní y sirio, dando la dirección concreta de una casa en la avenida Rivera.

Sea por la proximidad con Argentina, sea por la venida de los presos de Guantánamo, sea por otras causas, el hecho es que el territorio del Uruguay ha pasado a ser el terreno donde se mueven, se reúnen y se espían unos a otros los agentes secretos de varios países. Antes el Uruguay quedaba a miles de kilómetros de Siria, de Irán, de Israel o de Palestina; ahora ellos están acá, sus intereses, sus jugadas y su violencia se tramitan sigilosamente en las calles de Montevideo y los chalets de Punta del Este sin que nadie se entere, atacando o defendiendo intereses y causas que no son nuestras y no nos atañen.

Me viene a la memoria la historia de la famosa espía soviética África de las Heras, española de cuna, a quien los servicios secretos de la URSS le encomendaron establecer un centro de espionaje en América del Sur. Ella se arrima en París al escritor compatriota Felisberto Hernández quien la trae a Montevideo y se casa con ella (1948). Acá trabaja de modista y, a la vez, pasa secretamente información a Moscú. Felisberto nunca se enteró. Luego se separan y la señora asume otras misiones secretas. Muere en Moscú (1988) con el grado de coronel del Ejército Rojo, después de haber recibido la Orden de Lenin, la mayor condecoración de la URSS. El gobierno uruguayo nunca se enteró de nada y Felisberto… tocaba el piano.

Mujica, en su momento, sacó la Inteligencia de la órbita militar y creó un Servicio Nacional de Inteligencia en el Ejecutivo sin control parlamentario. Nombró para ese cargo a un viejo tupa: los movimientos guerrilleros siempre han tenido predilección por el accionar secreto. Ese primer director nombrado por Mujica estaba en contra de la independencia del Parlamento; renunció al poco tiempo. ¿En qué anda eso? ¿Qué y cuántas cosas están sucediendo sin que nadie se entere de nada? Y si alguien sabe ¿qué uso hace de esa información? ¿El Parlamento está como Felisberto?

SEGUIR
Juan Martín Posadas

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad