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La sala de máquinas

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Los resultados de las recientes elecciones departamentales han desencadenado una catarata de comentarios, análisis, desahogos y vaticinios. Era lógico. También supongo que han puesto en sigiloso funcionamiento una mezcla de precauciones y esperanzas al interior de los comandos de los partidos tradicionales.

Los resultados de las recientes elecciones departamentales han desencadenado una catarata de comentarios, análisis, desahogos y vaticinios. Era lógico. También supongo que han puesto en sigiloso funcionamiento una mezcla de precauciones y esperanzas al interior de los comandos de los partidos tradicionales.

El ciudadano común no conoce y simpatiza poco con lo que se cuece en las entrañas de la sala de máquinas de los partidos y no se ve de afuera. Ubicado en la cubierta de los pasajeros voy a arriesgar algunas conjeturas sobre el panorama electoral de Montevideo y, en concreto, sobre la Concertación.

Uno encuentra dirigentes que dicen que la Concertación fue un acierto y otros que fue un fracaso. Cada grupo maneja cifras, para arriba y para abajo, en una ensalada que dice y no dice lo que pasó.

La Concertación no ganó la Intendencia: eso es cierto. Pero también es cierto que, como toda cosa nueva, empezó con notorias dificultades y tumbos. Tanto el Partido Nacional como el Partido Colorado se enredaron en la designación de sus candidatos y terminaron colocando dos de último momento, que hicieron todo lo que pudieron -como es notorio y debe ser reconocido- pero que no eran los candidatos cantados y preparados. Algo del resultado final es atribuible a ese mal comienzo y no a la idea de la Concertación en sí. No obstante ello la Concertación consiguió dos alcaldías; donde antes el Frente Amplio tenía todo y los demás nada ahora tenemos algo. Es importante.

Hago ahora un pequeño desvío en el curso de mi razonamiento para desarmar una falacia corriente. Se oye decir que tiene poco valor intrínseco una estructura política creada contra otro, en el caso, exclusivamente para ganarle al Frente Amplio. Esta afirmación es una estupidez. Todas las estrategias electorales se entablan para ganar y, desde el punto de vista electoral, ganar siempre es ganarle a otro.

Prosigo. Lo que complica el equilibrio de los razonamientos sobre la Concertación es Novick. El desarrollo previsible y buscado del instrumento de la Concertación era crear una suerte de elección interna simultánea entre los dos candidatos de los partidos tradicionales. De ese modo se resolvería con mayor facilidad quién juntaría todas las fuerzas y sería eventualmente el intendente de Montevideo. Está bien pensado. Pero hicieron las cosas tan mal que ganó el tercero, el outsider, lo que no estaba previsto ni era lógico que sucediera. Una lección a aprender es que la Concertación debe tener solo dos candidatos: los propuestos y respaldados por los dos partidos. Nunca debe haber candidatos sin partido.

Pero ahora Novick está y a él se le abre (o él se abrió) un camino político promisor. Ambos partidos -conjeturo- deben querer atraer para sí a Novick y fortalecerse con esa nueva fuerza que ha aparecido. Pero simultáneamente los dirigentes de ambos partidos empezarán a asustarse con la competencia de Novick. Ese temor puede dar lugar a decisiones equivocadas (como siempre lo son las decisiones guiadas por el temor).

Novick, astuto como es, conjeturo que no procurará entrelazar su suerte política con quienes están en vías de extinción sino que buscará hablar con el Partido Nacional. Al Partido Nacional esto claramente le conviene (aunque asuste a algunos dirigentes). ¿Lo invitarán a conversar? Ojalá. Estas son mis conjeturas (desde mi distancia de la sala de máquinas).

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Juan Martín Posadas

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