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Reglas no escritas

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JUAN MARTÍN POSADAS
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En varias ocasiones he comentado el conocido libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt titulado “Cómo mueren las Democracias”.

Se trata de un estudio exhaustivo de los casos de países en los cuales la democracia no ha caído por un golpe de Estado sino que ha entrado en un proceso que podría llamarse de muerte natural. La preocupación de los autores es sobre su propia patria, Estados Unidos -donde, según los autores, el Presidente Trump está dañando seriamente la democracia- pero, dado que el estudio es un análisis comparativo mundial, sus conclusiones nos pueden servir a todos.

Los autores afirman que, naturalmente, el respeto por la Constitución es básico para la preservación de la democracia, pero “los regímenes democráticos funcionan mejor y duran más cuando el cumplimiento constitucional es reforzado por la observancia de reglas no escritas”. Esas reglas son dos: una es el aceptar y dar por sentado que todos los partidos políticos que compiten se consideran unos a otros como rivales legítimos. La segunda es que los partidos en el poder (gobernando) se moderan o se autocontrolan para no usar el poder gubernamental como herramienta de daño directo a los partidos competidores.

Es interesante sopesar la importancia que los autores le dan a esto segundo. Hablan de “forbearence”, lo que literalmente quiere decir contenerse. Se refieren a que la lucha política debe desplegarse según una regla no escrita de mesura y contención. Eso hace que se evite llegar al empleo de acciones que aunque formalmente estuvieren dentro del marco legal vigente son corrosivas. Los ejemplos que ofrecen los autores incluyen las campañas de rumores, insinuaciones y maledicencia difundidos por las redes y los mails, la pesquisa y difusión de actos ambiguos en la vida privada de los contendores. Algo de esto ya hemos conocido por estas tierras. Aflojar el autocontrol en este aspecto termina envenenando a la democracia y conduce a la muerte del sistema entero ahogándolo en un charco de descrédito.

Otra amenaza que los autores señalan como habiendo sido en algunos lugares causa de la muerte democrática es el obstruccionismo, tanto en el ámbito parlamentario (muy común USA con los llamados filibusters) como en otros ámbitos administrativos.

Los autores citan un antiguo (1964) análisis político de Richard Hofstader titulado “El Estilo Paranoico en la Política Americana” que me parece interesante incorporar. Hofstader sostiene que “el estilo paranoico se instala cuando los dirigentes políticos mantienen un nivel de permanente sospecha mutua y una tendencia a magnificar cualquier detalle, manejando todo el tiempo una retórica apocalíptica como de fin del mundo”. No quiero aquí poner ejemplos de nuestra realidad local porque estoy seguro que el lector ya está pensando en ellos.

La idea central del libro es que las democracias enferman de muerte cuando los actores (los partidos y los dirigentes) o algunos de ellos juega a ganar aun poniendo en riesgo el sistema. La preservación de la democracia a lo largo del tiempo implica no solamente el cumplimiento de los cronogramas electorales y el acatamiento a la Constitución, sino que todos los actores del sistema observen una conducta cuidadosa del sistema y de todas sus partes, cumpliendo no solo las reglas escritas sino también algunas no escritas (pero que todos conocen).

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