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La realidad y el relato

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juan martín posadas
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En las sociedades humanas lo que acontece no es como es sino según como se cuente. 

El relato recoge hechos y situaciones acaecidas en la sociedad (no es puro invento), pero les pone nombre, las edita, les da una definición, y al final de este proceso lo que sucedió no es lo que sucedió sino lo que dice el relato. El grupo social o el partido político que haya tenido éxito en la implantación de su relato sobre otros relatos adquiere preponderancia sobre la sociedad.

En el Uruguay la forma como se “dice” el estado, el relato preponderante, es el estado de bienestar, el welfare state. Ese relato se ha impuesto a tal punto que en la cabeza de la gente no hay otra forma de concebir al estado y en la historia reciente del Uruguay así ha funcionado (o tratado de funcionar) el estado. Para modificar esa realidad habrá que impulsar primero otro relato.

En el Brasil hubo un proceso político durante el gobierno de Lula que trajo transformaciones importantes pero que tomó el atajo de comprar con dinero contante y sonante las fidelidades necesarias para gobernar, procedimiento que llevó a que Petrobras se convirtiese en botín político y que los grandes empresarios del país se metieran la obra pública y al propio gobierno en el bolsillo. Esto trajo desconformidad, descrédito y finalmente el impeachment a Dilma Rousseff.

Eso es lo que pasó, pero el P.T. ha elaborado un relato de conspiración derechista y golpe de estado donde no figura ni Petrobras, ni la palabra corrupción, ni los nombres de industriales y gobernantes presos. Ese relato ha sido importado por el Frente Amplio para fabricar acá un relato doméstico electoralmente útil (ojo con las acechanzas de la derecha) y hasta el propio Ministro de Defensa, siempre tan garifo, acaba de provocar un incidente diplomático al santo botón por habérselo tragado íntegro y sin digerir.

Otro relato -generador de realidad social como todos los relatos exitosos- es aquel en el cual el Frente Amplio es mencionado como una entidad aparte, no como los otros partidos. Ese relato termina por constituirlo efectivamente como un partido singular. Los otros partidos son aludidos (relatados) en montón: la oposición, los partidos tradicionales, las derechas, etc. Al haberse consolidado este relato la realidad queda conformada en dos categorías: una es combinable (los que están en el montón de la denominación genérica), la otra no. El relato crea la realidad: todos los otros partidos tienen la posibilidad de interactuar entre sí y coaligarse, pero el Frente no.

La consecuencia inevitable de la consolidación de este relato es que en un próximo gobierno, que necesariamente será de coalición gane quien gane, el Frente tendrá un impedimento intrínseco para entrar en coalición. La hipótesis más probable es un triunfo del Partido Nacional y un gobierno de coalición. El Frente Amplio seguirá siendo el partido político más grande pero no integrará la coalición de gobierno, perdiendo así espacio político y gran parte de su poder. Lo que puede suceder ante esta situación es que el Frente se vuelque a buscar aplicar su poder sobre la sociedad en el espacio que le queda: a través del ámbito sindical.

Las izquierdas de otros países, que tienen otro relato de sí mismas, intervienen con naturalidad en gobiernos de coalición. Acá, me temo, no podrá ser así. Las transformaciones en la sociedad se producen primero en los relatos y a partir de la evolución de esos relatos.

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