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Se prepara el asalto

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JUAN MARTÍN POSADAS
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La noticia apareció en la prensa este miércoles, en páginas interiores como para no molestar. Para nuestro país significa un peligro grave.

La noticia reza así: “Referentes del oficialismo en Argentina pidieron este domingo que el estado argentino retome el control y la administración de la Hidrovía Paraná-Paraguay”.

El gobierno argentino está, como se sabe, bajo control de salteadores (unos activos y otros eméritos). Cuando el pedido es “que el estado argentino retome el control y la administración” de esa hidrovía, quiere decir que se está en los movimientos preliminares para caer sobre un botín importante. La hidrovía Paraná-Paraguay es el medio físico de entrada y salida de todo el comercio exterior de Paraguay, de parte importante del flujo comercial del este boliviano y del Mato Grosso brasilero y, aguas abajo, del movimiento portuario de los grandes puertos argentinos de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Y Nueva Palmira es la puerta de todo eso.

Dado su carácter internacional la hidrovía está regida por un tratado, por ende no es verdad que esté privatizada como afirman los reclamantes. El pedido de que Argentina retome el control proviene del deseo-propósito de los Ali-Babá porteños de que caiga en manos de ellos al pasar a manos del estado argentino. Elemental Watson.

Sigue el texto de la nota: “los firmantes reclaman que la hidrovía no continúe en manos privadas sino que sea el estado quien tome el control de la administración… porque lo que está en juego es la capacidad soberana de las aguas territoriales argentinas” (sonido de trompetas: estamos ahora ante un asunto vestido de soberanía).

El enorme tonelaje que sube y baja por la hidrovía tiene su mejor conexión a ultramar en Nueva Palmira, a través del Canal Martín García que pasa entre esa isla y la costa de Colonia. Ese canal es binacional, por tanto, según tratado, es administrado (dragados, balizamiento, cobro de peajes, etcétera) conjuntamente por Argentina y Uruguay. También existe otro acceso de la hidrovía al océano a través del Canal Mitre, más largo, a través de los recovecos del delta, que es exclusivamente argentino. Sin la hidrovía Nueva Palmira y sus tres puertos (dos privados y uno de la ANP) se muere.

El botín que está en la mira de estos “referentes del oficialismo argentino” es doble. Por un lado obligar que todo el tráfico sea por el Canal Mitre excluyendo a Nueva Palmira y, por otro, quedarse con parte del negocio de otro bucanero, uno de los más grandes de Argentina: el señor Moyano. Este señor es el amo del gremio de los camioneros: puede paralizar a toda la Argentina, y es el que determina (y tarifa) en qué puerto los camiones cargan o descargan qué mercadería. Este señor, como sabemos, también califica como “referente del oficialismo argentino”. Si el truco resulta tendrá que negociar por dónde van las cargas, si por camión o por barcaza, con estos otros “referentes” que están tratando de apoderarse de la hidrovía. El transporte por tierra ya tiene dueño en la Argentina, el transporte fluvial todavía no. La guerra por el negocio será feroz: el eventual armisticio y reparto de esa torta será, sin dudas, millonario. Nueva Palimra es un obstáculo para ambos contendientes.

Argentina ya ha desatado (o intensificado) su guerra de puertos contra Montevideo; ahora allí se gesta una guerra por otras conquistas. De rebote y en el medio ha quedado el puerto de Nueva Palmira. ¡Estése bien atento Uruguay!

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