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Las noticias falsas

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Todos hablamos, opinamos y peroramos sobre las “fake news”. Yo diría que la traducción más exacta de este término no es noticias falsas sino noticias truchas.

En lo que sigue, que ha sido tomado directamente del Washington Post, verá el lector, con asombro y estupefacción (por lo menos así fue en mi caso) a los extremos que llegan las nuevas formas de comunicación.

En el lejano Estado de Maine un desocupado, de nombre Blair (lugar y nombre reales) comienza su día encendiendo su computadora: su primer contacto es con un amigo y colaborador a quien le propone: “what viral insanity should we spread this morning?”(¿Qué nuevos disparates desparramaremos hoy?). La experiencia de ambos es que cuanto más absurda sea la “noticia” que inventan, más gente se va a enganchar. Y allá van. Teclean que Obama eludió la conscripción militar cuando tenía siete años: comparta y difunda si Ud. está indignado. Es obvio que a los siete años nadie está en edad de ser llamado a filas pero cientos se cuelgan y aprovechan para opinar. El Washington Post incluye media página de disparates como ese. No se trata de noticias falsas tipo: el diputado tal tiene un hijo natural, que podría ser falsísimo pero es verosímil.

El proyecto original de Blair y su amigo cibernético fue crear un blog para neutralizar los extremismos que se divulgan en U.S.A. en cientos del blogs de ultraderecha. Idearon hacerlo por la vía de la exageración hasta el absurdo, tomando los contenidos de esos blogs y llevándolos a extremos ridículos imposibles de ser tomados en serio. Esfuerzo inútil; cada vez tenían más entradas y más “likes” (me gusta). Ante esto Blair agregó como copete explícito en su página “nothing on this page is real”. Pero lo seguían tomando en serio como si tal cosa. Esa página tiene actualmente un promedio de seis millones de visitas por mes. Como vieron que era tan visitada le metieron publicidad lo que le reporta hoy US$ 10. 000 por mes a Blair.

Este Mr. Blair le confesó al periodista del Washington Post que imaginó que llegaría un día en que la gente se daría cuenta que le estaban tomando el pelo, ridiculizando sus propias tendencias. Pero no. Es un hecho comprobable que, ante las noticias recibidas por los informativos de los canales establecidos, mucha gente reacciona con sospecha (qué mentira oficial nos querrán a vender ahora) mientras que lo que dice un tipo común y corriente, un tipo como uno, es la verdad posta.

Las llamadas redes no son fuente de información ni se consultan para eso. Son una oportunidad para descargar sentimientos, pasiones y prejuicios: son vertederos para los estados de ánimo. En un momento inicial fueron otra cosa pero han evolucionado. Fueron medio para hacer circular informaciones excluidas de los circuitos formales y pusieron en contacto a muchas personas para determinadas iniciativas. Así fue que sirvieron para despertar la primavera árabe y derrocar a Mubarak.

Actualmente, en la medida en que se han “especializado” o “tematizado” han adquirido otro sesgo: el de desaguadero emocional, sin referencia a la información o la verdad sino como medio de contacto con otras personas de temperamentos afines. La gente busca embanderarse con lo que cree que ya sabe y se solaza inflándolo y repitiéndolo.

Yo no tengo ni consulto blog, facebook ni sitio alguno: quienes se mueven en esos círculos tendrán, probablemente, mil ejemplos cotidianos de esto que a mí me produce pasmo.

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