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Mucha ira poco debate

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JUAN MARTÍN POSADAS
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El Frente Amplio supo ser un foco de atracción política y entusiasmo para muchos uruguayos. Ha dejado de serlo. 

No solo perdió votos -que eso puede ser solo un accidente ocasional- sino que dejó de tener sentido y, aún más, dejó de ser considerado digno de adhesión y respeto por muchas de sus figuras emblemáticas. Uno de los desencantados más notorios es Esteban Valenti.

Un tiempo atrás Valenti hizo un análisis del partido al que había dedicado esfuerzos y apoyo por muchos años. En sus palabras “El problema está en que no emergen intelectuales frenteamplistas capaces de generar un debate. Los debates son la densidad intelectual, ideológica, política y cultural que se pone a circular en una determinada fuerza política. ¿Quién puede hacer esto en el actual elenco dirigente del Frente Amplio? No se sale de donde están agazapados eperando que le vaya mal a este gobierno”.

El pluralismo político es la respiración de las democracias. El pluralismo y la democracia se mantienen vigorosos en el debate, un tipo de debate como el que describe Valenti en la cita de más arriba. El querer adquirir o mantener una identidad política diciendo no a todo lo que hace o propone el adversario solo conduce al empobrecimiento propio: todo el proyecto y el planteo que se ofrece empieza y termina en dos letras: no. Así no hay debate.

Para no caer en ese extremo monosilábico, para no aparecer tan negativos, una buena parte de la dirigencia actual del Frente Amplio recurre a un subterfugio. En vez de decir no, estoy en contra (y tener que ofrecer algo sustantivo en su lugar), dicen estar preocupados. Tal o cual cosa les preocupa, lo encuentran preocupante, están muy preocupados. Esta es la letra del discurso cotidiano de Javier Miranda, el senador Charles Carrera y el Diputado Nuñez. Cada paso que da el gobierno, cada medida que toma (o no toma) recoge ese comentario: nos preocupa mucho. La densidad intelectual, ideológica, política y cultural de la que habla Valenti tiene esa única y constante formulación.

La repetición de la respuesta ha generado un acostumbramiento en la gente -no hay nada nuevo, siempre es lo mismo- que el oído popular se ha ensordecido en lo tan predecible. Solo queda un alimento (mal balanceado) como dieta cotidiana para la hinchada enfurruñada.

La vida política de nuestro país ha dejado de ser el diálogo y el cotejo de propuestas. Hay un gobierno que acomete las acciones que su composición le permite y una oposición que persiste en dibujarse a sí misma como la negación permanente.

Mucho de todo esto proviene de la visible dificultad que ha tenido el Frente Amplio en procesar una renovación de sus liderazgos. Pero también se debe al deslizamiento el Frente Amplio a través de los últimos años hacia la preponderancia de los sectores que íntimamente se sienten partido único. El partido único no puede dialogar con nadie porque no considera a nadie en su nivel: los otros partidos no son otra cosa que refugio de los enemigos de clase. Los sectores del Frente ajenos al ADN marxista-leninista hace rato que eligieron sobrevivir en el silencio. Se trata de una apuesta riesgosa. Peligrosa para el país, cuya vida política se minimiza y de alto riesgo, el riesgo de la desaparición, para los sectores que han elegido esa táctica del silencio.

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