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Las Fuerzas Armadas

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Juan Martín Posadas
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En nuestro país hay asuntos que oficialmente se descuidan o se soslayan, pero la vida (o la negligencia) las reintroduce por la ventana. Uno de ellos es el tema militar.

La relación con las Fuerzas Armadas, después de lo que pasó con el golpe de estado, se deterioró mucho (y con sobrados motivos). Pero ya ha pasado considerable tiempo: los mandos superiores actuales ni siquiera habían ingresado a la Escuela Militar cuando aquellos sucesos. La población en general tiene hoy buen concepto de las Fuerzas Armadas: basta con revisar las encuestas de opinión. Sin embargo, en algunos sectores muy influyentes del gobierno y en varias instituciones y organizaciones que le son políticamente afines perduran y se alientan la desconfianza y el enojo. (Que perdure el dolor, lo entiendo y lo respeto: eso es otra cosa).

Si nuestro país no va a disolver las Fuerzas Armadas —temeridad que nadie ha planeado hasta ahora— debe encarar un mejor relacionamiento con los militares. Para ese fin tiene que empezar por levantar la desconfianza institucional hacia las Fuerzas Armadas; ellas están correctamente sometidas a la Constitución y no son hoy en absoluto una amenaza institucional.

Sobre esa base y en ese estado de espíritu es que se debe encarar el tema militar; no se puede anotar cuánto cuestan sin discutir para qué están. El terrorismo y el narcotráfico son dos amenazas que no figuraban en los manuales militares clásicos ni en los tratados sobre la guerra (escenario típico de la preparación y el despliegue militar). La realidad mundial parece indicar que ninguno de los dos asuntos puede quedar fuera de la formación militar y de su campo de acción.

Siempre se ha sostenido que los militares no están formados (capacitados) para tareas policiales. Es verdad; pero también es verdad que la tarea policial de ahora es muy distinta de la tarea policial de hace cien años (o cincuenta). Las Fuerzas Armadas cuentan con servicios de inteligencia ¿cuál es su campo de acción y cuál es el campo de la inteligencia policial? Esto hay que pensarlo sustraído del infantilismo que presupone que los servicios de inteligencia deben espiar a los malos y no investigar a los buenos (ambos etiquetados previamente por el diputado Núñez).

La custodia de los límites es otro de los conceptos a discutir y renovar. No es tanto el contrabando de pollos brasileros por Aceguá sino el mar territorial lo que preocupa y es grave. Los tiempos cambian y eso lleva también a revisar la importancia relativa de cada una de las Fuerzas, la de tierra, la de aire y la del mar. Hoy parece más razonable incrementar la marina más que el ejército. Pensar a fondo estos asuntos evitará la tentación de recurrir desesperadamente a los militares para tareas que la urgencia empuja pero que no son propios de las fuerzas castrenses; tareas que van desde la custodia perimetral de las cárceles a juntar la basura cuando la Intendencia no puede hacerlo, o en las tentaciones de reclamar otras formas de protección ciudadana cuando el estado no protege por los medios que debe hacerlo (pienso en el linchamiento en Toledo, la noticia más grave y terrible de la semana).

Todo esto se tiene que ir pensando y discutiendo globalmente, con serenidad, entre todos los partidos, para que las Fuerzas Armadas vuelvan a ser objeto de aceptación y las misiones que se les encomienden sean compatibles con su carácter y especificidad profesional y, además, de clara utilidad pública.

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