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Las fake news

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JUAN MARTÍN POSADAS
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Se habla mucho de las fake news pero no se tiene un conocimiento claro de lo que son en realidad; se confunde con la mentira, que es vieja como el mundo y está presente desde el mundo infantil.

Fake news es una cosa, bastante más compleja y propia del siglo XXI. En las sociedades del espectáculo la ilusión siempre tiene más fuerza que una explicación de la realidad. Si revisamos algunos ejemplos contemporáneos entenderemos mejor.

El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es un conocido generador de fake news. La última es su empecinada afirmación de que él es el ganador de las elecciones. Él no entra en tecnicismos de legislación electoral: eso es tarea menor de la que se ocupan sus secuaces o empleados. Él, Trump, se empeña en afirmar lo esencial: él es un ganador y punto. En el mundo en que vive y obra D. Trump hay solo ganadores y perdedores: los ganadores, por definición, son como Trump y porque son esencialmente así, no pierden nunca y si parece o alguien dice que perdieron, eso no es verdad, no puede ser verdad. Si al final Trump tiene que dejar la Casa Blanca sera porque le habrán robado la elección: no existe otra hipótesis en ese su mundo.

Cuando la senadora Lucía Topolansky asegura que ella vio con sus propios ojos el diploma de Sendic (que está comprobado que no existió nunca) no se trata de una mentira de la senadora en orden a defender a una figura emblemática de la izquierda (por lo menos en cuanto a apellido se refiere). La mentira lisa y llana es propia del rufián, del fullero pícaro: es el gambito del desparpajo; lo usan personajes de reparto en el Frente Amplio: ella no. Ella ha entregado su vida a una causa construida en un mundo de amigos y enemigos de la justicia donde ella ha tomado parte sin cuidar la ropa (ni la vida, tanto la propia como la del prójimo). En el mundo de la senadora Topolansky si Sendic dice que tiene diploma esa es una afirmación tan autorizada que ella, sin mentir, lo está viendo. En ese mundo lo que Sendic, o cualquiera de ese palo, dice que existe, pues existe. Es el mundo de la mística tupamara, de la tatucera, la fuga del penal, los rehenes, los muertos, la sublevación en armas contra la dictadura militar. Esta última ha sido la fake news más grande de los últimos tiempos; es falso pero no es mentira: ése es el mundo de su realidad, en el que han pasado a vivir (y soñar y sufrir) sin retorno; allí la lucha contra la dictadura existió y el diploma de Sendic existe y ella está segurísima que lo vio.

El día del velorio de Alberto Zumarán, en la puerta de Martinelli ante todos los micrófonos de la capital, Javier Miranda, Presidente del Frente Amplio, habló emocionado del cálido y vívido recuerdo que él conservaba de Zumarán, luchando juntos en el plebiscito para la derogación de la ley de caducidad. Todo el mundo sabe que Zumarán fue uno de os principales defensores de la ley de caducidad y mal podría haberse encontrado en una campaña para derogarla. Pero en el mundo de Javier Miranda, como Zumarán era un buen tipo y los buenos tipos, en el mundo de Miranda, firmaban por anular la ley de caducidad, entonces no cabe duda de que allí se encontraron y la memoria no le falla. Las fake news no son urdidas fríamente para engañar: son la realidad de ciertos mundos personales donde la ilusión es más fuerte.

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